Clint Eastwood, el viejo pistolero que libra su particular duelo contra la "corrección política"

El cineasta californiano cumple este domingo 90 años con una filmografía a las espaldas que desconcierta a republicanos y demócratas

Jaime Cervera

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Si hay un personaje inclasificable en el Hollywood contemporáneo ese es Clint Eastwood. Forjado en una extraña tierra, el desierto de Almería, y a las órdenes de un outsider de Beverly Hills, Sergio Leone, el cineasta californiano cumple este domingo 90 años con un legado inmortal para la historia del séptimo arte y una vida plagada de aparentes contradicciones.

Y es que a Eastwood se le ha catalogado muchas veces como uno de los pocos conservadores de la industria del cine americano. Sin duda, hay argumentos que apoyan esta tesis, empezando por su propio estilo. El director de ‘Los puentes de Madison’ es heredero en sus formas de los grandes directores clásicos, como John Ford o Howard Hawks, y acostumbra a rodar sin artificios, subordinando siempre la manera de narrar a las historias que cuentan sus películas. Esto es algo que lo diferencia de la mayoría de cineastas actuales.

Además, en el terreno político, Eastwood fue alcalde entre 1986 y 1988 por el Partido Republicano de una ciudad de California, Carmel, y ha apoyado en algunas ocasiones a candidatos del ‘Grand Old Party’, como Ronald Reagan Mitt Romney o el propio Donald Trump.

Sin embargo, recientemente Eastwood se ha desmarcado de la gestión del actual presidente y apostó en las primarias demócratas por el exalcalde de Nueva York, Mike Bloomberg, como su opción preferida para ocupar la Casa Blanca.

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Esta independencia de criterio en las ideas también se deja vislumbrar en su cine. Al principio de su carrera como actor, Eastwood quedó encasillado en el papel de tipo duro en virtud de los wésterns de Leone y de la saga de películas de Harry el Sucio, hasta el punto de que algunos llegaron a tacharle de hacer “cine fascista”.

No obstante, en su faceta de director, Eastwood ha mostrado un registro mucho más amplio y difícil de etiquetar en cuanto a las ideas.

Basta pensar en algunos hitos de su filmografía, como es el caso de ‘Million Dollar Baby’. En su película de 2004, que le valió los Oscar de mejor película y mejor director, Eastwood interpreta a un entrenador de boxeo a la vieja usanza reacio a adoptar a una mujer como pupila. Este rasgo aparentemente ‘carca’ de su personalidad contrasta con la decisión final de su personaje en relación a la eutanasia, que apoyarían los más ‘liberales’ o ‘progres’ de Hollywood.

Algo parecido ocurre en ‘Gran Torino’. Eastwood interpreta a un viejo cascarrabias veterano de la Guerra de Corea que ve cómo su barrio se ha llenado de inmigrantes. Su actitud hacia estos, en principio hostil, va evolucionando a lo largo de la película en un viaje que le llevará también a acercarse a Dios.

Otros ejemplos los vemos en el latente antibelicismo presente en su magnífico díptico sobre la Segunda Guerra Mundial que fueron ‘Banderas de nuestros padres’ y ‘Cartas desde Iwo Jima’ o en una de sus películas más recientes, ‘Mula’, donde Eastwood da vida a un camello que transporta droga de un sitio a otro pero cuyo verdadero afán es ser perdonado por su familia.

En todos estos casos se descubre a un Clint Eastwood complejo, polifacético y que, por encima de todo, lanza más preguntas que respuestas. Podría decirse que lo que el cineasta californiano ha procurado durante toda su carrera es la libertad de pensamiento. De ahí su total rechazo a lo que ha llamado en muchas ocasiones “la corrección política” imperante en Hollywood.