GASTRONOMÍA LITERATURA

La cocinera Pepa Muñoz vuelca en un libro su "Puchero de verdades"

Pilar Martín.

Agencia EFE

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Pilar Martín.

La cocinera madrileña Pepa Muñoz es "huerta, dedicación, sencillez y sensibilidad", el santo y seña de su cocina y de su vida personal, dos facetas que se fusionan en 'Un puchero de verdades', una suerte de biografía donde se abre en canal para contar su historia.

Cuando hace 21 años Muñoz (Madrid, 1969) abrió su restaurante, El Qüenco de Pepa (Madrid), lo pasó "fatal" porque cuando todo el mundo hablaba de "vanguardia" lo que salía de sus fogones eran pistos, tomates sabrosos o espinacas esparragadas: "y ahora eso es vanguardia", se ríe en una entrevista con EFE con motivo de la publicación de este libro (Espasa).

"Hay una Pepa que siempre ha sido muy pionera, abriendo muchas puertas y muchos caminos, tanto en cocina como en la vida personal (está casada con su 'socia' Mila Nieto, con quien tiene dos hijas), en la cocina opté por mi cultura, mi identidad era irme a la tradición y cuando abrí el Qüenco todo era vanguardia, lo pasé bastante mal pero ahora la tradición es vanguardia", dice.

Amiga de sus amigos, en este libro Muñoz desvela el universo en el que se movió siendo niña y adolescente, cuando su padre, tras ser chófer de la familia Oriol, se convirtió en cocinero de la Casa de Córdoba y luego abrió Casa Pepe (ambos en Madrid); pero también cuando le ayudó en lo que hoy se conoce como catering, aunque la cocinera prefiere llamarlo "hostelería en exteriores".

Y fue ayudando a su padre en este trabajo donde conoció a la cineasta Pilar Miró durante el rodaje de 'El crimen de Cuenca', una artista que le regaló a Muñoz una bici.

Junto a Miró, la nómina de amigos y conocidos de la cocinera es amplia y diversa, ya que va de mujeres a las que "admira", como María Jiménez o Amparo Muñoz, hasta otros nombres como el de los hermanos Cadaval, Jesús Gil, Fernando Fernández Tapias, Naty Abascal o José María García.

Clientes que con el tiempo engrosaron a esta lista de amistades hechas gracias a su buen hacer en la cocina, donde las hortalizas son las grandes protagonistas, ya que esta madrileña con corazón de "rociera" (sus padres eran de Sevilla y Córdoba) tiene su propia huerta.

Pero, deja de manifiesto en el libro, hay un amigo que destaca por encima de todos, el cocinero José Andrés, su "hermano" y quien marca un "antes y un después" en su vida.

"Aunque habíamos hecho acciones solidarias muchas veces hasta la pandemia no nació la solidaridad como bandera. José es una persona que la quieres tener siempre a su lado, somos gemelos separados al nacer (...) la parte que nos une son nuestras familias, están muy presentes en nuestros negocios. Mis hijas estudian pero colaboran en el restaurante, les hemos enseñado que en esta vida hay que trabajar", destaca.

Trabajo, trabajo y trabajo, porque ésta es la clave del éxito de Muñoz: "Me he trabajado la suerte, pero lo de la suerte, como dice Mila, es que hay buena suerte cuando te toca la lotería, pero la mala es que te toque el cáncer".

En un libro donde además regala algunas de sus grandes recetas, como el pisto con huevo o el bacalao confitado, Muñoz destaca el salmorejo como la receta que representa su infancia, o la de ese melón que jamón que "siempre se ponía en los banquetes".

Además, y por si alguien aún no lo sabe, en estas páginas la cocinera desvela su otra faceta, la de cantaora, tanto es así que siendo niña los clientes de su padre le decían: "Pepa, súbete al banco y canta 'Los campanilleros'".

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