La generación perdida no está en Andorra
El presidente de CEAJE explica en esta tribuna que el verdadero problema es el paro juvenil, el peor de la Unión Europea, que se sitúa en un 40,7% en menores de 25 años
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Estas últimas semanas ha habido un amplio debate público sobre la decisión de varios youtubers de trasladar su residencia a la vecina Andorra. Su decisión explícita y argumentada se basa en la oportunidad de reducir de forma sustancial su factura fiscal. Miles de personas han participado de esta conversación en redes sociales y en sus entornos familiares y de trabajo. Muchos ojos y mucho tiempo dedicado a la situación profesional de dos, tres, cuatro o diez aspirantes a nuevos ricos.
Sin embargo, resulta algo esquizofrénico como al mismo tiempo que nos indigna una situación particular de unos cuántos youtubers seamos incapaces de prestar atención a un drama que afecta a millones de jóvenes en nuestro país: el paro juvenil.
Hemos cerrado 2020 con la mayor tasa de paro juvenil de toda la UE. La tasa de desempleo en menores de 25 años se situó en un 40.7%, más de veinte puntos por encima de la media europea que es del del 17,8%. Le sacamos 5,7 puntos al segundo en la clasificación, que es Grecia. España, además, ha experimentado la mayor subida junto a Irlanda respecto a 2019.
Esta es la realidad de los jóvenes españoles. Estamos hablando de un problema estructural que venimos arrastrando desde hace ya muchos años y en los que la administración ha ido fracasando una y otra vez a la hora de proponer soluciones viables.
El debate sobre el cambio de residencia fiscal para ahorrarse unos euros puede ser más o menos dañino en cuanto a la concepción de lo que significa tributar y de cómo se construye un Estado del Bienestar. Pero estos youtubers hacen algo que el 40% de los jóvenes no pueden hacer: trabajar. Y eso debería indignarnos mucho más porque afecta a un número mayor de personas e, incluso, porque su impacto en las arcas del Estado es mayor que lo que dejan de pagar los youtubers.
LA PROPUESTA DE CEJAE PARA FRENAR EL PARO JUVENIL
A mayor abundamiento, no estamos hablando de una generación que lo esté teniendo especialmente fácil. Muchos de ellos no van a salir más fuertes de la crisis del Covid-19. Pero es más, para una inmensa mayoría ésta es su segunda crisis en 10 años y les golpea justo en el momento en el que deberían estar dando sus primeros pasos en el mundo laboral. Y, por desgracia, lo están haciendo en unas condiciones de incertidumbre que no han tenido las generaciones anteriores.
Por eso resulta especialmente chocante los ríos de tinta que han corrido de un lado frente al desierto habitual en la opinión pública que hay en el otro. Y dado el impacto que tiene como país y como sociedad uno y otro caso, a todas luces el debate no está ponderado.
En ese sentido, desde la Confederación Española de Jóvenes Empresarios nos hemos desgañitado por ofrecer nuestra colaboración a la Administración para la puesta en marcha de un verdadero plan de choque con medidas ambiciosas que pongan el foco en el problema de la inserción laboral de los menores de 25 años. Por poner un ejemplo de cómo actúan otros países con datos infinitamente mejores que España podemos fijarnos en el Reino Unido. Este verano, en el marco de los planes de recuperación económica, el Gobierno de Johnson puso en marcha “A Plan for Jobs”, un programa de apoyo a los jóvenes desempleados menores de 25 años con una dotación económica de 2.000 millones de libras. Con esta medida, el Gobierno británico cubriría el 100% del salario mínimo durante 25 horas a la semana con la posibilidad de que los empleadores puedan aumentar su salario. Este sería un buen ejemplo de un buen plan. Concreto, contundente y con un objetivo claro.
En España llevamos muchos años con intentos frustrados. Pero, al menos, parece que empieza a asomar un rayo de esperanza que, hoy en día, está más en la rumorología que en textos normativos. Es la intención del Gobierno de vincular los fondos europeos la contratación de jóvenes menores de 25 años.
Habrá que ver cómo se materializa -si es que lo hace- pero, a priori, la música suena interesante. Mucho mejor que en Youtube. Porque la generación perdida no está en Andorra sino delante de nuestras narices. Y, por el bien del país, deberíamos centrarnos en lo verdaderamente importante.