Hacia una nueva desaceleración

Los presupuestos anticipan un descenso en el crecimiento los próximos dos años

Consejo de ministros extraordinario

Javier Martínez

Publicado el - Actualizado

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Después de la peor recesión de la época moderna (el PIB llegó a caer un 3,5% en 2009), la economía comenzó a recuperarse en 2013 y, desde hace 4 años, la economía española crece cada año. El PIB aumentó un 1,4% en 2014, llegando a un techo de crecimiento del 3,4% en 2015, y desde entonces se ha mantenido por encima del 3%.

Algo que no se repetirá en este 2018 cuando, según las previsiones del ministerio de Economía dirigido por Nadia Calviño, nuestra economía crecerá un 2,6%, cifra que bajará aún más, hasta el 2,3% en el año 2019. Estas previsiones son además una revisión a la baja de las expectativas iniciales, que situaban el crecimiento para 2018 en un 2,9% a principios de este año. Esto puede indicar que la previsión para 2019 también puede verse rebajada en un futuro. 

Ambas cifras, en cualquier caso evidencian una realidad. La economía española se está ralentizando, en consonancia con las de otros países de nuestro entorno. Las previsiones de crecimiento de la Comisión Europea auguran que la economía de la Unión crecerá un 2,1% en 2018 y un 2% en 2019, cifras aún más bajas que las de nuestro país. Especialmente preocupantes son los casos de Italia (con unas previsiones de crecimiento del 1,3% en 2018 y el 1,1% en 2019) y el Reino Unido (1,3% en 2018 y 1,2% en 2019).

No obstante, cabe recordar que antes del fatídico 2009, en el que prácticamente todos los países sufrieron una enorme recesión, España presentaba unas cifras de crecimiento anual bastante superiores a las de Italia, Francia, Reino Unido y Alemania, y aún así, tardó bastantes más años que ellos en volver a la senda del crecimiento económico tras el varapalo inicial.

Aún así, los expertos evitan hablar de una nueva crisis económica, cuya simple mención puede provocar un aumento en la desconfianza de los consumidores. Es cierto que los indicadores económicos, especialmente la bajada del consumo y los datos de desempleo indican una tendencia preocupante que, como vemos, reconoce el propio Gobierno en sus cuentas. 

Unas cuentas que, sin embargo, aumentan el gasto público, a pesar de que España tiene la obligación de continuar reduciendo el déficit, el más alto de la Unión Europea. Con un menor crecimiento, será más complicado financiar esa subida del gasto a través de ingresos fiscales. 

En cualquier caso, parece que la alianza entre PSOE y Podemos apuesta por el keynesianismo ante la desaceleración económica, algo que ya intentó Zapatero con el Plan E, y que no tuvo las consecuencias esperadas

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