La historia de Silió, el pueblo cántabro con el carnaval más temprano de Europa

La Vijanera está declarada de Interés Turístico Nacional 

La historia de Silió, el pueblo cántabro con el carnaval más temprano de Europa

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Entre turrones y la resaca propia del primero de enero, la localidad cántabra de Silió, de unos 655 habitantes, añade una festividad a su calendario: La Vijanera, que tiene lugar el primer domingo del mes de enero. Está considerado como el carnaval más temprano de toda Europa (la mayoría se celebran en febrero, culminando con el Entierro de la Sardina, que da paso a la Cuaresma).

La Vijanera, declarada de Interés Turístico Nacional y galardonada con el Premio Nacional de Tradiciones Populares en 2018, consiste, de manera resumida, en moler públicamente un oso a palos entre la algarabía de los asistentes. En este punto habría que precisar que no nos estamos refiriendo a un oso real, sino disfrazado, y por supuesto su muerte es alegórica.

 

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Al franquismo no le gustaba el tono de la fiesta, motivo por el que quedó prohibido durante casi cuatro décadas, hasta que a finales de los años setenta, un grupo de jóvenes impulsaron su recuperación. No obstante, no sería hasta 1982 cuando su recuperación se haría realidad. En un primer momento, el número de participantes era escaso, hasta que los estudiosos del momento divulgaron el interés de la celebración.

Una fiesta en la que los participantes son únicamente varones, y que se caracteriza por su vistosidad, gracias en buena medida a sus disfraces, elaborados con materia prima natural. El rito de La Vinajera es una despedida del año acabado unos días antes, con sus sufrimientos y sinsabores, y una bienvenida al entrante, del que se esperan todo tipo de bendiciones. El oso representa en esta fiesta un mal para los montañeses, por lo que es capturado cuando abandona el bosque. Como comentamos anteriormente, el oso es un hombre disfrazado.

Antiguamente, cuando cada municipio del entorno contaba con su propia Vinajera, los desafíos entre los vecinos de cada pueblo eran una constante. El protocolo que se seguía era el mismo: preguntar al otro bando si deseaba "paz o guerra". En caso de optar por la guerra, la lucha estaba servida. Algunos incluso fallecían a consecuencia de los golpes o las caídas.

La festividad cuenta con la implicación de la comarca, incluida, aunque pueda resultar paradójico, con la Fundación Oso Pardo. De esta manera, avalan que no se trata de una festividad que hace apología de la matanza del animal, sino que valora su importancia en la cultura y en las montañas de la Cordillera Cantábrica.

Además de esta tradición popular, Silió, que se ubica a algo más de dos kilómetros de la capital municipal, Molledo, cuenta con una bonita iglesia románica, consagrada a San Facundo y San Primitivo, declarada Monumento de Interés Histórico Artístico. También hay algunos edificios civiles con valor en el pueblo, como la casa de Tagle, del siglo XVII, y la casa de Obregón, del XVIII.