Cataluña acude a las urnas con miedo al bloqueo político y una baja participación

La crispación vivida en la campaña marcada por la pandemia y los vetos cruzados para pactos postelectorales hacen temer una repetición de los comicios en julio

La lluvia frena la afluencia de votantes de primera hora en Barcelona

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Cataluña arranca una jornada electoral después de una campaña electoral atípica. Han sido quince días de tenso intercambio de acusaciones entre los nueve principales candidatos a la presidencia de la Generalitat, que preludian una legislatura aún más tensa e inestable y sin mayorías sólidas. De hecho, la fragmentación que puede vivirse en el Parlament y los vetos cruzados para pactos postelectorales hacen temer incluso el adelanto de los comicios en julio.

Al margen de posibles, ahora por delante, una jornada en la que 5,6 millones de catalanes están llamados a participar en unas elecciones marcadas por las medidas excepcionales derivadas de la pandemia de la covid. Una de las grandes incógnitas de la jornada será la participación presencial que se espera que bata récords negativos. Por el momento el voto por correo ha alcanzado la cifra más alta desde las primeras elecciones autonómicas de 1980, con más de 265.000 sufragios emitidos por este sistema, lo que representa además un aumento del 350% con respecto a los comicios de 2017.

Un total de 2.763 colegios y 9.139 mesas electorales, para las que han sido elegidas 82.251 personas entre presidentes, vocales y suplentes. Una logística para la que se desplegarán 14.200 agentes entre Mossos y policías locales, en uno de los mayores dispositivos para garantizar unas elecciones que han estado marcadas por una tensión que hacía años no se veía en una campaña en Cataluña y que deja más incógnitas que certezas en el aire:

¿BATACAZO PARA CIUDADANOS?

Si en las elecciones de 2017 Ciudadanos se convirtió en primera fuerza en el Parlament, esta vez los sondeos vaticinan un batacazo de la lista que lidera Carlos Carrizosa.

Cs -en cuya campaña se ha implicado a fondo su presidenta, Inés Arrimadas, que junto a Carrizosa han insistido en alertar de que los socialistas planean un nuevo "tripartito" con los comunes y ERC- podría perder más de la mitad de sus actuales 36 diputados y convertirse en cuarta fuerza.

En este sentido, la líder de Cs desconfiaba en 'Herrera en COPE' del manifiesto anti-PSC firmado por los partidos independentistas por el que se comprometen por escrito a no pactar un Govern con su candidato Salvador Illa. "¿A que no hace falta que los independentistas hagan un documento diciendo que no van a pactar con Cs? ¿por qué hacen este documento con el PSC?, porque nadie se imagina que vayamos a pactar con independentistas y porque todos pactan y han pactado con el PSC. Hay decenas de ayuntamientos donde ahora mismo el PSC gobierna con ERC, la CUP, o el partido de Puigdemont", señalaba.

¿EFECTO ILLA?

Aunque todo apuntaba en este sentido, Pedro Sánchez quiso apuntalar al PSC con un golpe de efecto, al relevar por sorpresa a Miquel Iceta como cabeza de cartel y situar al hasta entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa al frente del partido en Cataluña. Un cambio con el que algunas encuestas le darían posibilidades de victoria, siempre teniendo en cuenta que el independentismo podría sumar de nuevo mayoría absoluta.

En el tramo final de la campaña, Illa ha estado en el foco mediático por las insinuaciones de otros candidatos sobre si se ha vacunado en secreto, extremo que el candidato negaba en una entrevista en 'Herrera en COPE'. "Yo no me he vacunado y esto lo sabe toda España. Si alguno tiene esa forma de hacer política, allá ellos", advertía.

¿SORPASSO DE VOX?

Alejandro Fernández, arropado por Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y otras caras visibles del PP, ha buscado con sus grandes dotes de orador recuperar apoyos que en 2017 concentró Cs y ha tratado de taponar fugas hacia Vox, al que tacha de "populista".

Entretanto, Ignacio Garriga, acompañado a diario por Santiago Abascal y otros dirigentes de Vox, algunos de cuyos actos se han visto violentados por el lanzamiento de objetos por parte de manifestantes contrarios a la formación, confía en irrumpir con grupo propio en el Parlament.

LA INCÓGNITA DE LA PARTICIPACIÓN

Es uno de los asuntos clave que podría inclinar la balanza a uno u otro lado. Después de que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tumbara su decreto de aplazamiento, el Govern dio un giro en su discurso y asegura que ir a votar el 14F será completamente "seguro" por todas las medidas adoptadas frente a la covid y prevé que todas las mesas electorales se puedan constituir, pese al aluvión de peticiones de renuncia -más de 30.000- de miembros designados.

Aun así, el voto por correo ha alcanzado cifras jamás vistas y se teme que la participación presencial bata récords negativos, tras haber tocado techo con un 79% en 2017.

PULSO SEPARATISTA

El inédito veto de JxCat, ERC, el PDeCAT y la CUP a cualquier pacto de gobierno con Illa -impulsado por una entidad minúscula, Catalans per la Independència- puede leerse en clave interna de la batalla por la hegemonía independentista.

Laura Borràs y el expresident Carles Puigdemont -con perfil bajo, para cederle el protagonismo a la presidenciable de JxCat- plantean el 14F como un plebiscito entre su estrategia, favorable a la "confrontación" con el Estado y a la vía unilateral, y la de ERC, ahora más pragmática, a la que acusan de tener la tentación de reeditar un tripartito de izquierdas con el PSC y los comunes.

Borràs se ha beneficiado del aval público de la ANC a su programa, aunque su campaña tropezó nada más empezar con las referencias de la CUP y ERC al caso de presunta corrupción por el que está siendo investigada por el Tribunal Supremo.

Durante buena parte de la campaña, Pere Aragonès ha tenido que desmentir que su intención sea pactar con el PSC, hasta el punto de verse arrastrado a firmar por escrito su veto a Illa.

La salida de prisión con el tercer grado penitenciario de Oriol Junqueras y Carme Forcadell ha revitalizado la campaña de Aragonès, que había visto cómo su ventaja inicial en los sondeos se reducía, hasta verse superado en algunos casos por el PSC o JxCat.

ÁRBITROS DE MAYORÍAS

Jéssica Albiach, candidata de En Comú Podem, aspira a decantar el próximo Govern hacia la izquierda, convenciendo a ERC y el PSC para que levanten sus vetos cruzados; en su campaña, ha pedido a Aragonès que descarte como socio a JxCat, tras sus constantes desencuentros.

La CUP, tras fichar como cabeza de lista a la exalcaldesa de Badalona (Barcelona) Dolors Sabater, puede ser árbitro de un nuevo Govern independentista, aunque ya ha advertido de que para apoyar la investidura de Aragonès o Borràs exigirá un compromiso tangible para avanzar hacia la independencia.

También el PDeCAT desea ser árbitro de un Govern soberanista, pero para moderar la hoja de ruta, y para ello la exconsellera Àngels Chacón -y de manera más discreta Artur Mas- ha elevado el tono, para conseguir representación y, con suerte, grupo propio.

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