Nuevo varapalo electoral para Pablo Iglesias, que pierde 29 escaños

Unidas Podemos pierde un tercio de los escaños, pasando de 71 a 42. El resultado ahonda la crisis interna de la formación morada 

Nuevo varapalo electoral para Pablo Iglesias

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Ya lo vaticinaban las encuestas durante la pre-campaña y la campaña electoral. Los mejores días de Podemos, al menos hasta el momento, han pasado a mejor vida, pese a haber sumado más escaños que los que inicialmente pronosticaban los sondeos. Su papel podría ser decisivo a la hora de formar un gobierno con el PSOE de Pedro Sánchez, pese a haber quedado como cuarta fuerza política, por detrás de los propios socialistas, PP y Ciudadanos. Pese al buen sabor de boca que dejó en la opinión pública la intervención de Pablo Iglesias en el segundo debate de Atresmedia, el electorado de izquierdas ha dado la espalda a Unidas Podemos, que pasa de los 71 escaños de los comicios del 26 de junio de 2016 a los 42.

En menos de tres años, la formación liderada por Iglesias ha perdido un tercio de los apoyos, debido al retroceso que ha experimentado en las circunscripciones donde se reparte mayor número de escaños, Madrid (de 8 a 6 escaños), Barcelona (de 9 a 6) o Valencia (de 5 a 2) o en los territorios donde resultó vencedor en los anteriores comicios, Cataluña y País Vasco, donde los independentistas han recuperado el terreno perdido.

Por segunda vez ha quedado patente que la coalición entre Podemos e IU ha sido un experimento fallido, que no ha reportado más votos, si bien es cierto que en esta ocasión Compromís, que ha obtenido una representación en la circunscripción de Valencia  y En Marea, que no ha logrado escaño en Galicia, no han formado parte de la confluencia izquierdista.

La moderación del discurso de Iglesias durante la campaña no ha servido para mejorar las expectativas de voto, pesando más las incongruencias de los dirigentes de la formación morada o la desunión en sus filas, que ha hecho que buena parte de su electorado haya vuelto a optar por los socialistas en las urnas. Una decepción que viene a sumarse a los fracasos en las elecciones autonómicas andaluzas de diciembre de 2018 y a las catalanas un año antes.

Este resultado deja tocado a Unidas Podemos, que se presenta debilitado para  afrontar las negociaciones a la hora de conformar un gobierno en España, dado que PSOE y Ciudadanos sumarían una mayoría estable para gobernar el país. Opción que los dirigentes morados temen que se produzca, tal y como han reiterado durante la campaña. Si los socialistas optaran por explorar otra vía más a la izquierda, Iglesias deberá conformarse con un papel secundario, en el que difícilmente podría pedir la Vicepresidencia del Gobierno, tal y como demandó tras los comicios de 2015.

Esa influencia que podría ejercer el grupo parlamentario de Unidas Podemos en el futuro gobierno, no enmascara que los resultados de la formación de izquierdas constituya una enmienda cuanto menos parcial al liderazgo de Pablo Iglesias e Irene Montero desde que, en febrero de 2017, se hicieran con el total control del partido tras el II Congreso de Vistalegre. Lejos de cicatrizar las heridas, aquella cita agudizó la desunión interna, divididos entre el ala radical que representaba Iglesias o el mayor pragmatismo político que abanderaba Íñigo Errejón, que sería defenestrado junto a sus principales apoyos de la dirección de Podemos tras la celebración de la asamblea. El divorcio total con Iglesias desembocaría, casi dos años más tarde, en la marcha del propio Errejón a la marca de Carmena 'Más Madrid', con el que pretende convertirse en presidente de la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas del 26 de mayo.

Pero lo cierto es que el fracaso en las urnas se ha ido fraguando a lo largo de la Legislatura, y tiene varios padres. A las disputas  internas, se suman otros factores de corte ideológico y de discurso, como sus propuestas para resolver el conflicto territorial o polémicas constantes tales como la compra del ostentoso chalet en Galapagar por parte de Iglesias y de Montero, que han descentrado a la formación. Unos conflictos que les ha alejado de lo que sus dirigentes denominaban “la gente corriente”. Y lo que ha sido peor para Podemos, han dejado de marcar la agenda política del país, quizás lo más difícil de conseguir y lo más fácil de perder.

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