¿Son eficaces los debates televisivos para atraer a los indecisos?

Para convencer, los número uno de los partidos deben hacer propuestas y confrontarlas, algo que no siempre es posible en debates con formatos encorsetados

¿Son eficaces los debates televisivos para atraer a los indecisos?

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

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A cinco días de la cita con las urnas, tres de cada diez españoles dudan o no tiene aún claro a qué partido va a votar. Debates televisivos como el primero que mantuvieron el lunes los cuatro principales candidatos en RTVE, seguido por casi nueve millones de telespectadores, pueden ser una herramienta para tratarles de convencer o al menos para hacer llegar sus principales mensajes de forma fácil.

Para convencer, los número uno de los partidos deben hacer propuestas y confrontarlas, algo que no siempre es posible en debates con formatos encorsetados y con tiempos y turnos medidos como los que hemos visto. Una puesta en escena que según señalan a COPE los politólogos consultados sirve más para afianzar el electorado ya cautivo que para captar nuevos votantes.

Así y según nos explica el politólogo de la Carlos III Javier Lorenzo, un segundo debate tan próximo al primero no da mucho margen de reacción a unos candidatos y sus aparatos que más que a ganar salieron “a por el aprobado” y, salvo que algunos arriesguen este martes o cometan errores, el resultado será más o menos el mismo que el del lunes. Habrá pocos nuevos convencidos.

Consideran eso sí que los debates son “un arma de doble filo porque pueden tanto incentivar como desincentivar”. Y advierten de que los estudios prueban que las disputas o el llamado efecto bronca no contribuyen a movilizar a los indecisos aunque sí generan comentarios de analistas y periodistas que, a su vez, influyen en los votantes.

Unos votantes que, más que por los debates televisivos u otras formas de propaganda electoral, tienen en cuenta las opiniones “los pares”, nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y nuestras redes sociales bien por oposición a algunos de ellos o por compartir la justificación que hacen de su voto. Para el neurocientífico Fernando De Castro, para convencer hacen falta argumentos y “el cerebro siempre busca seguridad”. Considera que “hay gente que intenta tomar una decisión lo más racional posible pero otras personas no llegan a ese nivel de racionalidad y su voto es más sentimental o emocional”.

Por eso cada vez más los partidos apelan a nuestras emociones, algunas positivas como la empatía, o negativas como el miedo al que muchos electores son sensibles. Y es que, según explica De Castro, “nuestro cerebro tiende a hacer de lo que va bien una constante que nunca debe de cambiar y, algo a lo que se tenga miedo puede tener más resorte a corto plazo en un mayor porcentaje de la población”. 

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