Casado, cien días de un presidente "sin complejos"
Su gestión es todavía incipiente, aunque destaca por el rearme ideológico y por una agenda pública intensa
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Este lunes Pablo Casado cumple cien días al frente del PP. Fue el pasado 21 de julio cuando descabalgó a Soraya Sáenz de Santamaría del proceso de primarias y se hizo con las riendas de Génova 13. Aunque su gestión es todavía incipiente, destaca por el rearme ideológico que ha experimentado la formación y por una intensa agenda pública.
"El PP ha vuelto”, dijo el exsecretario de Comunicación aquella calurosa tarde tras conocer la decisión de los compromisarios. Desde entonces, ha cargado las alforjas para recuperar a los votantes que durante estos años han virado a Ciudadanos y a Vox. Para ello, ha reforzado el discurso en Cataluña manifestándose a favor de un 155 más duro que el que aplicó el Gobierno de Mariano Rajoy. También ha defendido modificar el Código Penal para introducir el delito de convocatoria ilegal de referéndum o primar al partido ganador de las elecciones para no depender de las bisagras nacionalistas. Bajar los impuestos o exteriorizar el apoyo a la monarquía parlamentaria son otras de sus señas programáticas.
El de Casado es un PP que rompe con 14 años de liderazgo de Mariano Rajoy, más centrado en los asuntos de Gobierno que en influir sobre los electores. Los analistas hablan de escoramiento a la derecha o “aznarización” ya que Casado ha recuperado para su proyecto al expresidente Aznar, enemistado con la dirección anterior. Desde Génova lo niegan sobre la base de que es un líder "sin complejos". Recientemente, Núñez Feijóo decía en una entrevista que el PP busca ampliar el espectro político, no limitarlo. Mientras, Casado habla de “renovación tranquila y constuctiva" para referirse a la impronta que quiere dejar en este periodo.
La batalla ideológica no se gana solo con propuestas, también con acciones. Y Casado es consciente de ello. Solo en estos cien días ha recorrido más de 60.000 kilómetros, 30.000 en España -donde ha visitado 15 comunidades y 27 provincias-, y otros 30.000 en Europa y América Latina. El nuevo presidente es más accesible que su antecesor, aunque algunos analistas advierten de que faltan voces en el renovado PP. Hasta ahora el discurso ha estado en boca de su presidente y, como mucho, del secretario general, Teodoro García Egea, y de la portavoz en el Congreso, Dolors Montserrat. Esta sobreexposición, dicen, le puede pasar la factura del desgaste.
Con las dudas sobre su máster despejadas -el Supremo ha rechazado investigarlo al no ver indicios de delito- y una férrea oposición a Pedro Sánchez, las filas populares celebran la “solvencia” de su presidente. Para muestra, su intervención el pasado miércoles en el Congreso, donde subió a la tribuna de oradores sin papeles ganándose el aplauso de los suyos y dejando en segundo plano a Albert Rivera, que pasó casi desapercibido.
Aunque durante el proceso de primarias se vivieron momentos de tensión entre los equipos de Casado y Santamaría -nuevo miembro del Consejo de Estado a propuesta del Gobierno socialista-, hoy los populares parece que han dejado atrás las asperezas para remar a favor de la integración.