El Gobierno naufraga en su decreto-ley de los remanentes en la antesala de los Presupuestos

Los socialistas vieron cómo la oposición, casi en bloque, torpedeaba las medidas que querían sacar adelante

El Gobierno naufraga en su decreto-ley de los remanentes en la antesala de los Presupuestos

Juan Andrés Rubert

Publicado el - Actualizado

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El Ejecutivo amaneció este jueves 10 de septiembre con la intención de sacar adelante un Real decreto-ley que naufragó de forma estrepitosa y que, a la postre, iba a ser su primera gran derrota parlamentaria. Proponían destinar 5.000 millones de euros a los ayuntamientos con remanentes y que estos participasen de forma voluntaria en ese préstamo al Estado.

Un asunto que, más allá del Gobierno, no gustaba a nadie. Con este panorama, los socialistas entraban al Congreso con la sensación -y casi la certeza- de que no iba a salir de ninguna de las maneras. Pero aún quedaba un pequeño halo de esperanza, a pesar de que lo iba a ocurrir después solo había pasado cuatro veces antes en toda la historia de la democracia: tumbar un decreto ley.

Las reuniones que se habían llevado a cabo en las últimas horas para conseguir más apoyos apenas habían prosperado. Ataron en corto a su socio de Gobierno, Unidas Podemos. El grueso del partido de Iglesias no tenía especial intención de obstruir el decreto, pero había que convencer al sector de los Comunes. A Ada Colau, como alcaldesa de Barcelona, más bien le hacía poca gracia que tocaran los remanentes de su entidad local, el Ayuntamiento de la Ciudad Condal.

Por el bien del Gobierno de coalición, la parte entera de Podemos se sumó al PSOE. Porque, si no, el único palo que hubiera aguantado esta vela habría sido el socialista.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, salió a torear desde el estrado con la intención de hacerle una buena faena a un bicho que no transmitía nada. Y ningún partido le iba a echar un capote. Ni el PP, ni Ciudadanos, pero tampoco el PNV, ni siquiera Esquerra, ahora que los socialistas le miran con condescendencia.

El ambiente en la plaza del Congreso era más bien tenso, crispado. Dos tendidos que no iban a llegar a entenderse en ningún momento. Los reproches fueron continuos entre los lances de Montero y el vicesecretario de Política Territorial del PP, Antonio González-Terol. También del resto de partidos. No hubo piedad. Los rostros de los políticos opositores eran de reproche hacia la medida que quería implantar el Gobierno. Desde los populares hasta Bildu, pasando por Nueva Canarias o el PRC. Sí que hubo un solitario apoyo desde el burladero: el del telemático Teruel Existe.

La ministra de Hacienda se quejó de que la oposición se refiriera al mecanismo como “hurto” o “robo” a los ayuntamientos. Y le espetó al PP que le parecía curioso que ellos hablaran de esos términos porque al PP le “interesaba que esas palabras estuvieran confundidas en el conjunto de la política”.

Porque en el seno socialista empieza a surgir la sonrisa de tarde de gloria, a pesar de que esta haya sido una amarga derrota. Una derrota que ha dolido en el seno socialista. Y no es buen síntoma si tenemos en cuenta que hay unas nuevas cuentas públicas que sacar adelante. Pero llamativo fue ver el tuit que publicó el diputado socialista Rafael Simancas: “A ver si aplaudís igual cuando constituyamos la Comisión de Investigación por el escándalo Kitchen”. Ahí tienen un filón para rearmarse.

De hecho, el propio Pablo Casado ha hablado al término de la votación, afirmando que es una “derrota histórica” y recalcando el fracaso del Gobierno. Pero ya ha evitado hablar de más, nada de pararse a hablar con la prensa, quizá pensando en el desgaste que puede suponer todo lo que está por venir con la ‘Operación Kitchen’.

Más allá de eso, al Gobierno no le quedó más remedio que reconocer la derrota con su decreto-ley. La propia Montero, antes de la votación final, ya dijo que veía difícil que salieran adelante los apoyos. Tanta faena y tanto empeño desde el estrado para nada, pensaría. La queja principal de la oposición: no se había contado con ellos para abordar un tema así.

¿Y cuál fue el resultado final? Demoledor. Con 193 votos en contra y 156 a favor, Montero ha visto cómo el proyecto que lideraba se ha ido por la puerta de atrás.

Este decreto-ley se ha convertido en el quinto en la historia de toda la democracia en ser tumbado en el Congreso de los Diputados. Esta vez sí que hubo quinto malo.

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