Iglesias y Calviño, inmersos en su enésimo asalto desde que nació el Gobierno de coalición
Ambos vicepresidentes han mostrado opiniones diversas en varios asuntos. El SMI es el más reciente
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Si hay dos integrantes del Gobierno de coalición que han tenido sus más y sus menos desde que el PSOE y Unidas Podemos forman Ejecutivo, esos son Pablo Iglesias y Nadia Calviño. La relación entre ambos vicepresidentes vuelve a estar en el punto de mira en estos momentos. El motivo, ahora, es el salario mínimo.
El SMI es la nueva obsesión de la formación morada: la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, impulsa que la variable crezca desde los 950 euros mensuales hasta los 1.000 nada más arrancar 2021. Una medida que Calviño, titular de Economía, prefiere posponer, debido a la crisis económica motivada por la pandemia. Lo cual habría llevado a Iglesias a, según El Mundo, pedir la desautorización de la vicepresidenta tercera al mismísimo Pedro Sánchez.
El primer encontronazo entre ambos mandatarios pudo llegar por el hecho de que el líder socialista colocó hasta tres vicepresidentas junto a Iglesias en su gabinete. Para, según los analistas, minimizar e incluso neutralizar la cuota de poder del máximo responsable de Podemos. Y con todas ellas asumiendo responsabilidades asociadas también a Iglesias en su cartera de Derechos Sociales y Agenda 2030: Carmen Calvo (gran escudera de Sánchez y, por tanto, barrera para que Iglesias asuma del todo ese papel), Nadia Calviño (erradicación de la pobreza a nivel económico) y Teresa Ribera (emergencia climática).
Tras el episodio de la cuota de poder relativa a las vicepresidencias, llegó el pacto con EH Bildu sobre la derogación de la reforma laboral de Rajoy. Calviño se mostró totalmente en contra del acuerdo, y llegó a calificarlo de “absurdo”. Sin embargo, Iglesias lo calificó de “cristalino”.
La paralización de los desahucios ha sido otro asunto en el que ambos miembros del Gobierno han discrepado. Mientras Iglesias defendía con fervor la prohibición de estos hasta 2023, Calviño señaló que no veía “preciso plantear un conflicto” al respecto de este asunto. Entonces, la responsable de Economía llegó incluso a reconocer que se sentiría más cómoda si el PP, y no partidos como ERC y Bildu, apoyasen los Presupuestos Generales del Estado.
El control de los fondos europeos también trajo cola, aunque estos, a diferencia de lo que quería Iglesias, quedaron bajo gestión de Calviño y los miembros del Gobierno que la apoyan. Algunos de los más significativos son Carmen Calvo, María Jesús Montero y José Luis Escrivá, como ha quedado ratificado con la cuestión del SMI.
Otro pulso entre vicepresidentes ha tenido como motivo los cortes de suministros por impago. Calviño abogaba por no prohibirlos e Iglesias por lo contrario. Parece que finalmente ganará la postura del mandamás de Podemos. Algo que también podría ocurrir en el caso del salario mínimo.
Aun así, la posición de la ministra de Economía ha resultado más que sólida en el Gobierno de Sánchez desde su llegada al mismo. Calviño nunca se ha arrugado en las cuestiones en las que ha chocado con Iglesias ni hay atisbos de que vaya a hacerlo en el futuro. Lo mismo ha ocurrido en el bando contrario, por lo que todo apunta a que la calma tensa continuará caracterizando la relación entre dos de los grandes nombres propios del Ejecutivo.