Rivera, Iglesias y Casado: el fugaz liderazgo de los que vinieron a regenerar la política

La caída de Casado lleva consigo la desaparición del tablero político de aquel tridente que llegaba a la política hace poco más de un lustro para encarnar un relevo generacional

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Antonio José Candel

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Su debilidad interna le ha costado el liderazgo del Partido Popular. La guerra desatada entre Génova y Sol el pasado jueves, cuando salía a la luz un presunto espionaje orquestado por la cúpula del PP para investigar si el hermano de Isabel Díaz Ayuso había incurrido o no en ilegalidad por un contrato sanitario suscrito con la Comunidad de Madrid durante la primera ola de la pandemia, ha desangrado la viabilidad política del aún presidente de los 'populares', Pablo Casado.

Esta filtración dilapidó el 'alto el fuego' acordado de cara a garantizar una unidad aparente durante la campaña electoral en Castilla y León, durante la que Ayuso jugó un papel protagonista junto al candidato 'popular', Alfonso Fernández Mañueco y a pesar de las muchas reticencias impuestas desde Génova. Entonces, Ayuso señaló duramente a la dirección nacional de su partido, a la que acusó de actuar de modo “cruel e injusto” contra ella.

A pesar de que el hasta ayer secretario general del partido, Teodoro García Egea, y hasta el propio Pablo Casado en 'Herrera en COPE' negaran que el PP hubiera contactado con ninguna agencia de detectives para investigar al entorno de Ayuso, ya no había posibilidad de marcha atrás.

El abandono de esos barones que días atrás se habían sumado a la continuidad del proyecto encabezado por Casado para devolver al PP a La Moncloa, comenzó a desprenderse como un cruel goteo a lo largo de la mañana de ayer. También la dirección del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados pedían a través de una misiva no sólo la ya materializada dimisión de Egea, sino la convocatoria de un congreso extraordinario.

Desamparado por prácticamente todos los suyos, hasta aquellos más fieles, Pablo Casado resiste en la sede del partido en la madrileña calle de Génova antes de la reunión que mantendrá esta tarde con los presidentes regionales del PP. Un nuevo cónclave que tratará de reconducir la crisis del partido y cerrar filas en torno a la celebración de un congreso nacional que –previsiblemente– convocará la Junta Directiva Nacional del próximo martes. Ante tal entorno hostil, el 'casadismo' no ha podido sobrevivir.

La herencia política que Pablo Casado deja para el PP

Para la historia del PP quedará –no obstante– su ascenso la presidencia del partido en el verano de 2018, cuando consiguió imponerse a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias del XIX Congreso de los 'populares'. Pablo Casado acababa de heredar un partido en crisis, desalojado del Gobierno de la nación tras prosperar por primera vez en la historia democrática una moción de censura.

Ya como candidato en las elecciones generales de abril de 2019, Casado cosechó el peor resultado electoral del PP en su historia. Sólo pudo retener 66 de los 137 representantes que su partido tenía en la Cámara Baja durante la anterior legislatura. En su siguiente cita con las urnas, la de noviembre de ese mismo año, el PP subió hasta los 89 escaños.

La debacle en las elecciones catalanas, donde Vox irrumpió con sorpasso a PP y Ciudadanos; la aplastante victoria de Ayuso en las elecciones del 4-M en Madrid; y el triunfo de Fernández Mañueco en Castilla y León aunque una mayoría inferior a la que presagiaban las encuestas forman parte de la herencia electoral de Pablo Casado como presidente de los 'populares'.

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La caída de Pablo Casado lleva consigo la desaparición del tablero político de aquel tridente que llegaba a la política española hace poco más de un lustro para encarnar un relevo generacional en las instituciones.

El final político de Albert Rivera es algo que difícilmente se podía vaticinar tras las elecciones generales del 28-A de 2019. Ciudadanos, ese proyecto nacido en Cataluña como una opción de centro para plantar cara al nacionalismo y que asaltó la política nacional, acarició el sorpasso al PP al pasar de 32 a 57 escaños.

A pesar de meses de bloqueo político y de presiones internas, Rivera siempre se reafirmó en su 'no' a aprovechar la mayoría de 180 diputados que sumaba su formación junto con el PSOE de Pedro Sánchez para llegar a un pacto de gobierno. Como consecuencia, sus electores le dieron la espalda durante la repetición electoral. El partido que había fundado se hundió en las urnas.

El expresidente de la formación naranja, en un gesto infrecuente en la política española, no tardó en anunciar su dimisión y –en consecuencia– su renuncia a su escaño y a la política. “La vida es mucho más que la política", subrayó un Rivera emocionado durante su despedida.

La trinchera política de Pablo Iglesias que arrasó Isabel Díaz Ayuso

El caso de Pablo Iglesias no deja de ser algo extravagante. El único de estos tres políticos que llegó a ostentar cargo en el Gobierno de España, decidió abandonar sus responsabilidades como vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 para enfrentarse a la presidenta de la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas del 4-M sin saber (o sí) que su carrera política se acercaba a su ocaso.

El resultado de los comicios se saldaría con la victoria aplastante de la candidata 'popular' y la huida de la primera línea política del fundador de Podemos. Después de tal cataclismo político, Iglesias decidió iniciar una nueva etapa en Barcelona, donde se trasladó sin su pareja, la ministra de Igualdad, Irene Montero, y sus tres hijos.

Allí, el exlíder de la formación morada compaginó su labor como analista político con colaboraciones en distintos medios de comunicación, como la radio catalana RAC 1. El exvicepresidente del Gobierno, también se incorporó al consejo de redacción del medio digital ‘Ctxt’, donde ejerce como columnista.

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