El PP, de la depresión a la euforia en apenas minutos

Al principio de la noche se barajaban en Génova dos opciones: o que Juan Manuel Moreno dimitiera el mismo domingo, o que pudiera ser presidente

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María Dabán

Publicado el - Actualizado

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En cuestión de horas, el Partido Popular pasaba de la preocupación mas absoluta a la euforia. Durante la campaña, fuentes del partido apuntaban la posibilidad remota de sumar una mayoría del cambio, pero nadie acababa de creer en ella, y, cuando ya estaban escribiendo el relato de la derrota, surgió la sorpresa.

Al principio de la noche se barajaban dos opciones: o que Juan Manuel Moreno dimitiera hoy mismo, o que pudiera ser presidente. Poco después de cerrarse los colegios electorales, y antes de conocerse los resultados, Javier Maroto apuntaba la posibilidad de que el cambio estaba al alcance de la mano, y eran optimistas, aunque muy prudentes.

Pablo Casado, que por vez primera vez seguía una noche electoral desde su despacho de la séptima planta de la calle Génova, se mostraba feliz porque, a pesar de esa subida de Vox, si se hacen las cosas bien, aseguraban fuentes de la dirección nacional del partido, esos votos que han ido a la formación de Santiago Abascal, podrían volver al Partido Popular. De hecho, el propio presidente de la formación lo dejaba claro en su discurso: no encontrarán al PP fuera del PP.

Esa carambola electoral servía también a Casado para dejar claro que su proyecto ha sido ratificado y que lo de ayer es el primer paso para echar a Pedro Sánchez de la Moncloa, tal y como había apuntado ya el viernes en su entrevista con Carlos Herrera. Es una reivindicación de cara al electorado nacional, pero también de puertas adentro. Éste es el proyecto, éste es el ritmo, venía a decir, y yo marco el camino.

Los populares creen además, que es Juan Manuel Moreno quien debe liderar el cambio y descartan que sea el candidato de Ciudadanos quien pueda hacerlo, sobre todo, porque tuvieron la oportunidad de intentarlo en Cataluña, aunque no les dieran los números, y no se atrevieron. La formación que lidera Rivera apostó en las elecciones pasadas por la gobernabilidad, apuntaban, y ahora tienen que decidir si quieren que, 40 años después, haya cambio en Andalucía.

Pero los populares advierten también: se engañan quienes piensen que Vox es solo un partido de extrema-derecha. Una parte de su electorado lo es, pero es también un movimiento transversal. Hasta ahora éramos la excepción de Europa, y ahora, somos uno más.

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