Santuario de La Esperanza, una joya escondida entre rocas y campos de arroz
En este lugar singular, casi todo es de piedra labrada de forma natural por la naturaleza y el tiempo y ayudada, en otros casos, por la mano del hombre
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
A unos seis kilómetros de Calasparra, en Murcia, a las orillas del río Segura, encontramos un lugar fascinante y de impresionante belleza, esculpido en la roca donde antes hubo una cueva habitada por un ermitaño y que incluso fue resguardo de los ganados de la zona hasta que Frey Alonso Benítez, de la Orden de San Juan de Jerusalén fundó allí la ermita de Fuensanta, llamada así por la fuente que todavía hoy sigue manando en su interior.
Años más tarde, aquella pequeña ermita fue creciendo hasta convertirse en el Santuario de la Esperanza en el que se veneran dos imágenes de la Virgen, la Virgen de la Esperanza grande y a sus pies, en una hornacina más pequeña, “La Pequeñica” o “La Aparecida”. De la imagen grande, se sabe que fue donada en 1617, de “La Pequeñica”, no se conoce la fecha exacta, pero su aparición se debate entre la realidad de haber sido escondida en la cueva para preservarla de los invasores musulmanes y la leyenda.
Cuentan que un pastor calasparreño, sorprendido por una tormenta, decidió refugiarse en una cueva horadada en la montaña. Mientras hacía tiempo, sumido en la penumbra descubrió un pequeño busto de la Virgen. Pasado el aguacero, el muchacho corrió hasta el pueblo para contar su hallazgo. Los vecinos corrieron hacia la cueva y al ver la imagen decidieron trasladarla al pueblo, pero cuando lo intentaron les resultó imposible porque aquella imagen tan pequeña, se hizo tan pesado que fueron incapaces de moverlo.
Entendiendo que la Virgen les estaba haciendo saber que deseaba permanecer en aquel lugar, acondicionaron la cueva a la que llamaron de La Fuensanta y empezaron a venerar la imagen encontrada. Con los siglos, la ermita fue aumentando de tamaño hasta construir el impresionante Santuario de la Virgen de la Esperanza como lo podemos ver hoy en día, una espectacular obra de arte hecha en piedra, con los pies bañados por el río Segura y muy cerca del Mirador de Las Lomas desde donde tenemos una vista excepcional sobre los campos de arroz con denominación de origen de Calasparra.
En este lugar singular, casi todo es de piedra labrada de forma natural por la naturaleza y el tiempo y ayudada, en otros casos, por la mano del hombre, los sillares del coro, las paredes, la torre del campanario, el techo…, la piedra hecha arte. Y en el altar mayor, las joyas de la corona, las dos tallas de la Virgen, “La Grande” y “La Pequeñica”, que es la que según la leyenda encontró el pastor, y de la que dicen que es la más milagrosa. Como testimonio de esos milagros, podemos ver numerosos exvotos dejados por personas que se han curado de graves enfermedades después de haber invocado a esta Virgen.
Un lugar fascinante y lleno de paz, una joya escondida en la Reserva Natural de Cañaverosa, muy cerca de la ciudad santa de Caravaca de la Cruz, rodeado de impresionantes montañas y deslumbrantes campos de arroz y convertido en uno de los santuarios más visitados de España.