La Catedral de León y el capitán de los Tercios que hizo llorar a la Virgen

Fue construida en tiempo récord para la época a pesar de las muchas dificultades con las que se encontraron

La Catedral de León y el capitán de los Tercios que hizo llorar a la Virgen

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Allí donde los romanos habían construido unos baños y la ocupación musulmana hizo estragos más tarde, hoy se yergue, majestuosa, la Catedral de León, la joya más representativa y espectacular del arte gótico, imponente en sus formas, impresionante con sus torres alzándose hacia el cielo y bellísima reflejando la luz que se cuela por los 1.800 metros cuadrados de sus extraordinarias vidrieras y dibuja filigranas en las paredes y en el suelo.

Fue construida en tiempo récord para la época a pesar de las muchas dificultades con las que se encontraron.

Cuentan que, al comienzo de su construcción, cada mañana los obreros comprobaban asombrados como el trabajo hecho el día antes se había venido abajo. Decididos a descubrir a los saboteadores, montaron guardia y descubrieron que no eran manos humanas quienes destrozaban su labor, sino un enorme topo al que dieron caza y que, según la leyenda es el que hoy podemos ver, disecado, sobre una de las puertas de la catedral.

La Catedral de León y el capitán de los Tercios que hizo llorar a la Virgen

Voces expertas aseguran que lo que hoy nos parece un topo enorme es en realidad el caparazón de una tortuga que nadie sabe a ciencia cierta cómo llegó allí y que los cimientos de esta obra magnífica se venían abajo no por la labor destructora de un topo, sino por su asentamiento sobre los restos de aquellos baños romanos y el suelo poco firme.

Esta catedral, secular testigo de hechos históricos, que es una leyenda en sí misma, acoge miles de obras de extraordinario valor y atesora conmovedoras leyendas como la que rodea a la Virgen de los Dados, una imagen bellísima que ahora, recién restaurada, luce en todo su esplendor.

Cuenta la leyenda que un capitán leonés de los Tercios de Flandes llamado Rosendo Benavides, era, además de chisgarabís, un jugador empedernido y que, en una de las veces que, entre batalla y batalla, volvió a León, perdió todo su dinero en una casa de juegos del entorno de la Catedral.

Cuando ya no le quedaba nada por empeñar y seguir jugando, enfurruñado, decidió volver a su casa, pero estaba tan enfadado que, al pasar junto a la puerta norte de la catedral, entre juramentos, cogió los dados con los que había perdido toda su fortuna y los lanzó contra la imagen de la Virgen. Los dados impactaron contra la frente del Niño Jesús que, en ese momento, empezó a sangrar mientras de los ojos de la Virgen caían lágrimas de dolor.

La Catedral de León y el capitán de los Tercios que hizo llorar a la Virgen

Dicen que Rosendo Benavides, el disoluto capitán de los Tercios, arrepentido de aquel arranque de mal genio que había hecho brotar lágrimas de los ojos de la Virgen y sangre de la frente del Niño, cayó de rodillas pidiendo perdón y que, desde allí, se fue al Convento de San Francisco donde se hizo monje.

Desde entonces, los leoneses conocen esa imagen como La Virgen del Dado o de los Dados.

Aseguran incluso que los dados con restos de la sangre del Niño herido estuvieron en un relicario de la Catedral de León hasta el siglo XVIII, que se les perdió la pista.

Esta catedral, la bella leonina como también se la conoce, se muestra tan hermosa como en sus primeros tiempos, a pesar del mal de la piedra que se empeña en causar estragos en sus fachadas y en las figuras que adornan su exterior y que ha obligado a retirar algunas de ellas como la Virgen Blanca de su fachada principal y sustituirla por una reproducción.

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