La misteriosa Laguna Negra, con un Ángel de la Guarda, aguas sin fondo y horribles monstruos
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Hace mucho tiempo, los rayos del sol le ganaron la batalla a los enormes glaciares que cubrían la tierra. Algunas de aquellas placas heladas se resistieron a desaparecer y otras hallaron lugares singulares en los que permanecer en forma de gélidos y, en ocasiones, misteriosos lagos.
En tierras sorianas, a casi 2.000 metros de altitud, encajado entre frondosos bosques y escarpadas paredes graníticas de aspecto insalvable, se encuentra uno de esos lugares que nos retrotraen a la gélida noche de los tiempos, entre fascinantes historias transmitidas de padres a hijos durante generaciones y que sirvieron de estímulo a la genialidad creadora de autores tan dispares como Pío Baroja, Erasmo Llorente o Antonio Machado. Es La Laguna Negra.
Cuentan que sus aguas, con frecuencia tan oscuras que reflejan el entorno con mayor nitidez que el más fiel de los espejos, no tienen fondo y que, por un complejo entramado de cuevas subterráneas, van a desembocar al mar que se encuentra, en su punto más cercano, a unos 200 kilómetros.
Algunos expertos aseguran que en realidad el fondo se encuentra a unos 10 metros, que el color a veces oscuro de sus aguas se debe al fango y a las propias rocas de sus paredes y que no se han encontrado evidencias de cuevas en su lecho.
”… Una laguna que está en lo más alto, muy grande y tan honda que no le alcanza el fondo. En ella han aparecido cosas monstruosas y horribles. Está tan alta, que en todo el tiempo del año se halla nieve en ella”. Así la describía en 1548 Pedro de Medina en “Grandeza y cosas memorables de España”. Hoy ya no tiene nieve todo el año, pero sus aguas siguen siendo extraordinariamente frías, incluso en los días más calurosos del verano.
Erasmo Llorente, en “Urbión y la laguna negra”, relata que los vecinos le contaron que de esa misteriosa laguna asciende el fragor de las tormentas y que bajo sus aguas habita la niebla que sale a la superficie cuando alguien tira una piedra a su interior. “Era a la sazón un día despejadísimo y claro de verano, sin que hubiera el menos indicio de tempestad (…) empuñó una piedra que con fuerza agitó al viento viniendo a dar en medio de las tranquilas aguas de la laguna (…). Enseguida empezó a observarse por el mismo sitio en que fue sumergida la piedra una especie de humo que formando al principio una pequeña columna espirálica, poco a poco fue engrosándose hasta que llenó aquellos ámbitos de oscura y densa niebla y que cubrió todo el horizonte dejando el sol en completo luto y el recinto en tinieblas”, escribe. Explica que le dijeron también que desde el corazón de la laguna salieron “horripilantes y atronadoras voces y una monstruosa figura al parecer humana, de colosales formas que cruzaba por la superficie de las aguas con un aspecto feroz, terrible e iracundo sosteniendo entre sus desmesuradas manos otra horrorosa figura como de una serpiente que no dejaba ver sobre el agua más que su espantosa cabeza”.
Pío Baroja, en “El Mayorazgo de Labraz”, asegura que la “Laguna Negra “es una laguna donde hay una mujer que vive en el fondo y mata al que se acerca. Todo el que mira en esa agua muere”.
La tradición popular dice que a veces, si se observa con atención, se puede ver un extraño y fantasmagórico barco navegando entre la espesa niebla que sube desde la laguna.
Antonio Machado acuñó de manera magistral una de las más leyendas más truculentas de este lugar. Escribió primero en prosa y luego en verso que Alvargonzález fue asesinado por dos de sus hijos que pretendían así hacerse con sus tierras y que, después de asesinarlo, arrojaron su cuerpo a la Laguna Negra. Al final aunque, mientras huían y perdidos entre la niebla, ellos mismos terminaron bajo las aguas a las que habían arrojado a su padre:
“Llegaron los asesinos
hasta la Laguna Negra,
agua transparente y muda
que enorme muro de piedra,
donde los buitres anidan
y el eco duerme, rodea;
(…)
¡Padre!, - gritaron; al fondo
de la laguna serena
cayeron, y el eco ¡padre!
repitió de peña en peña”.
También cuentan que hay quienes aseguran que cuando se han aproximado peligrosamente a la orilla, pudieron escuchar una voz que les advirtió del peligro y notar una mano sobre su hombro, conminándoles a retirarse del abismo. Es, dicen, el protector Ángel de la Guarda, protagonista de la más conmovedora de las múltiples historias que rodean esta misteriosa Laguna Negra y que los habitantes de la cercana localidad de Vinuesa, de secular historia y catalogada como uno de los pueblos más bonitos de España, comparten encantados con el visitante.