La Montaña de Sal, única en el mundo, que crece con la lluvia, en el dominio de los reyes sin corona

La Montaña de Sal, única en el mundo, que crece con la lluvia, en el dominio de los reyes sin corona

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Hace muchos millones de años, cuando el fuego que anida en el corazón de la tierra pugnaba por salir a la superficie, los gases y el vapor de agua generado disolvieron los minerales de la roca que se iba fundiendo a su paso, dando lugar a extrañas formaciones, entre ellas extraordinarias montañas de sal en lugares muy alejados del mar y de las salinas que se formaban en la costa.

La Montaña de Sal, única en el mundo, que crece con la lluvia, en el dominio de los reyes sin corona

Con el tiempo, el ser humano descubrió que aquellos cristales blancos, podían ser utilizados para conservar y mejorar el sabor de los alimentos y para curar heridas y enfermedades, para hacer magia e incluso como “papel higiénico”, porque en las letrinas de la antigua Roma ponían cubos con sal que se utilizaba para ese fin. Con las cosas así, no es de extrañar que los antiguos le llamaran oro blanco, porque su valor era, en ocasiones, superior al del mismo oro, hasta el punto de que se convirtió en una forma de pago para los trabajadores y de ahí nace la palabra “salario”. Era tal su importancia ya en aquellos tiempos remotos, que Plinio el Viejo escribió en su “Historia Natural” que “no se puede vivir gratamente, sin sal, una sustancia que es tan necesaria, que el nombre se aplica incluso a los placeres de la mente”.

A lo largo de los siglos, esos cristales blancos, transformados en elemento indispensable para los seres humanos, fueron también fuente de riqueza para muchos que implantaron impuestos por su explotación y consumo o supieron sacarle partido a ese regalo que la naturaleza nos sigue brindado hasta el día de hoy de manera tan generosa, que dicen los expertos que si juntásemos toda la sal que existe en el planeta, de los mares, las salinas y las montañas interiores y la esparciéramos sobre la tierra, toda la superficie terrestre quedaría sumergida bajo más de doscientos metros de espesor.

La Montaña de Sal, única en el mundo, que crece con la lluvia, en el dominio de los reyes sin corona

A menos de 100 kilómetros de Barcelona, en la que ahora conocemos como villa de Cardona, allá donde se pierde la memoria de los tiempos, los humanos que habitaban la zona, descubrieron una de esas minas que cambiaría su forma de alimentarse y cuidarse. Es la Montaña de Sal de Cardona, única en el mundo porque todavía ahora sigue creciendo por efecto de la lluvia ya que, a consecuencia de un extraño fenómeno natural, la sal depositada en las profundidades se deposita y eleva de manera vertical haciendo que la montaña esté en continuo crecimiento. Esa montaña, conocida y explotada desde el neolítico, tuvo épocas de tanto esplendor que, a sus propietarios, se les conocía como “los reyes sin corona”, por todo el poder que llegaron a alcanzar gracias a su explotación.

Ahora, esa impresionante Montaña de Sal, ya en desuso como explotación minera desde los años 90 del siglo pasado, se alza como un enorme iceberg de casi doscientos metros y más de dos kilómetros de profundidad y lo más impactante, es que abre sus galerías para que los visitantes podamos adentrarnos en sus entrañas y con 90 metros de sal y rocas sobre nuestras cabezas, podamos admirar, tocar y saborear su corazón envuelto en espectaculares estalactitas y estalagmitas blancas y otras rocas de coloridas formaciones.

La Montaña de Sal, única en el mundo, que crece con la lluvia, en el dominio de los reyes sin corona

Además de la fascinación de encontrarnos en el corazón mismo de una montaña tan singular, podemos aprovecharnos de sus saludables beneficios, porque algunos expertos aseguran que, el aire que se respira en ese tipo de minas, ayuda a paliar los efectos producidos por el asma y otras enfermedades respiratorias, beneficios, al parecer, probados en Polonia, donde ofrecen, a modo de terapia, la posibilidad de pernoctar en alguna de las que tienen allí.

Un poco más allá de esta extraordinaria montaña, vigilante desde lo alto, se encuentra el espectacular Castillo de Cardona, asentado sobre la historia, vigía incansable de la montaña que crece, testigo de guerras, intrigas, traiciones…, horadado por secretos túneles y guardián de trágicos y legendarios amores.

Cuenta la leyenda que Abdalá, un príncipe musulmán acudió al castillo como invitado y que allí se enamoró perdidamente de Adalés, la hija del dueño. Enterado el padre de la chica, expulsó al príncipe de sus dominios y la encerró a ella en una de las torres, ordenando que sólo una sirviente sorda, ciega y muda acudiera a llevarle la comida. Pasado el tiempo y arrepentido de haber tratado a su hija tan duramente, el duque acudió a la torre con la intención de liberarla, pero la joven había muerto, dicen que de amor y de pena. Desde entonces, su fantasma recorre el recinto del castillo hoy convertido en Parador de Turismo y se deja notar, especialmente, en la habitación 712, donde los clientes que la han pernoctado en ella, aseguran que ocurren fenómenos muy extraños y fuera de lo normal.

Herrera en COPE

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