Tarifa, paraíso del viento, de héroes y monstruos marinos
Nos sorprenderá el viento que casi nunca baja de los 22 km por hora y supera los 100 con frecuencia
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Llegar a Tarifa desde Algeciras, no es una carretera cómoda pero sí espectacular y cuando el Atlántico se abre ante nuestros ojos, empezamos a entender por qué los antiguos decían que ahí, pasadas las columnas de Hércules que tenía un pie en Gibraltar y otro en el Monte Hacho de Ceuta, empezaba el mar tenebroso porque es donde la vista se pierde en el infinito y después del mar, siempre bravo, parece no haber nada.
Nada más bajarnos del coche, da igual la época del año, nos sorprenderá el viento que casi nunca baja de los 22 km por hora y supera los 100 con frecuencia. Por eso es considerada la cuidad del viento, un viento del que muchos lugareños reniegan porque dicen que sus dos “mares”, “la mare” que parió al levante y “la mare” que parió al poniente, los vuelven locos, mientras que quienes realmente dan rienda suelta a su locura son los surfistas que pintan de color las playas y el cielo tarifeños.
Pero Tarifa es mucho más; por tener, tiene incluso “un monstruo marino”, como demuestra la noticia publicada por ABC y La Vanguardia, el 16 de agosto de 1955 y que bajo el título: “Un monstruo marino en aguas de Tarifa”, explicaban, textualmente que “Desde hace cinco días y a la hora del crepúsculo, aparece a 15 metros del puerto exterior un animal marino desconocido en esta zona del Estrecho. Algunos opinan que se trata de un pulpo gigantesco... y los que le han observado, coinciden en describirle como de grandes dimensiones, con cuatro o seis brazos en ambos lados...”.
Del Monstruo marino, no se ha vuelto a saber y ha quedado tiempo atrás en el olvido, pero lo que sí permanece a lo largo de los siglos, es la historia de Tarifa como el lugar por el que, en el año 710, entró Tarif ben Malik, que con 500 hombres atravesó el Estrecho y dio el primer paso para la invasión árabe que sufrió España durante ocho siglos.
También, en lo alto de la ciudad, casi colgando sobre el puerto, un castillo imponente nos habla de la heroicidad de don Alonso Pérez de Guzmán, Guzmán el Bueno, alcaide de esa fortaleza.
Cuenta la historia que Don Juan, hermano desleal del rey Sancho IV, al frente de 5.000 soldados árabes, sitió la ciudad y exigió su rendición o, en caso contrario, mataría al hijo de Guzmán el Bueno, que los árabes habían apresado.
“No engendré yo hijo para que fuese contra su tierra; antes engendré hijo a mi Patria para que fuese contra todos los enemigos de ella. Y si no tienes cuchillo, ahí va el mío”, respondió Don Alonso, lanzando su cuchillo a los pies del desleal hermano del rey que lo cogió y, allí mismo, ante los ojos de su padre, asesinó al muchacho.
Hoy, en ese lugar, una estatua de Guzmán el Bueno arrojando el cuchillo, recuerda aquellos hechos.
Si los surfistas le dan color al mar tarifeño, la historia y las historias que guarda, nos permite disfrutar de la sensación de pisar un lugar forjado por héroes y leyendas.