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Si algo ha caracterizado al Ministerio de Justicia de Rafael Catalá es la elegancia. Llegó como un técnico del Estado y se descubrió como político. Negociador nato, conciliador y discreto. Desde el primer día, hace ya tres años y ocho meses, dejó claro que quería dialogar. El Ministerio estaba “patas arriba”. Gallardón dejó a la Justicia enfrentada. Catalá tenía que solucionar los problemas generados por un compañero de su mismo Gobierno, sin que se notase. Se encontró con un sector convulsionado y debilitado. Está orgulloso de esa etapa porque hubo “un diálogo leal y colaborativo”, dice a COPE. Escuchó, habló, dialogó, propuso soluciones y atendió a las propuestas. Y por escuchar, nos escuchó a los periodistas, que le criticamos algunas reformas. Hay otros dos apartados de los que habla con satisfacción, como son las reformas legislativas, catorce en un año, un tiempo récord, y el proceso de la modernización de la Justicia, la transformación digital, que tantos quebraderos de cabeza dio.
Durante un tiempo, Catalá vio cómo se pasó de la crispación a la sonrisa, todo se suavizaba. Las relaciones con los operadores jurídicos empezaron a cambiar. Una actividad frenética, iba a todos los sitios donde le llamaban, todos los sectores querían contarle sus problemas. Mantuvo la buena relación, con todos. Demostró que sabía negociar. Le habría gustado dejar cerradas muchas cosas, pero la moción de censura lo ha impedido. Deja una etapa sin cerrar, y lo lamenta. Catorce proyectos de ley, entre ellos Protección de Datos, el Código Penal, con la tipificación de los delitos sexuales. Y quedan pendientes negociaciones colectivas. El 70% de las reivindicaciones de jueces y fiscales, un sector conservador por naturaleza que terminó haciendo una huelga, se conseguían con la aprobación de los presupuestos. Ahora veremos qué pasa. Unos presupuestos de Justicia que acumulan un 20% en los últimos cuatro años.
El último año ha sido duro, con intensidad política, dice un colaborador directo. Las cosas se torcieron y en gran medida responsabiliza al CGPJ de la huelga de jueces y fiscales . “Si hubiera colaborado se podrían haber conseguido cosas”, cuenta este colaborador a COPE. “Pero unos por temor al presidente y otros por inacción no hicieron nada y no se ha conseguido nada”, manifiesta.
El equipo de Catalá destaca su “extraordinaria capacidad de trabajo”, le han seguido “ a su ritmo y con entusiamo, sin desanimarse ante las dificultades”. Todos destacan la “existencia de un verdadero equipo que se ha dejado la piel en estos casi cuatro años, trabajando con intensidad. Y manifiestan que “ ha merecido la pena”. Se van “satisfechos con la convicción de haber cumplido objetivos”. Nos cuentan que dejan un buen legado y que han organizado un traspaso impecable. Para Rafael Catalá “el balance es satisfactorio”. Una etapa que termina conflictiva y que espera que su sucesora, Dolores Delgado, la lleve a buen puerto. Se va contento de los casi cuatro años que ha estado al frente de Justicia, el tercer ministro que más tiempo ha estado, por detrás de Fernando Ledesma y de Margarita Mariscal de Gante. Ahora, toca otro tiempo.