Las mentiras de Puigdemont: todas las veces que ha faltado a su palabra

El miedo a ser detenido en suelo francés hizo que el expresident evitase acercarse al Parlamento Europeo, faltando una vez más a su palabra

Las mentiras de Puigdemont: todas las veces que ha faltado a su palabra

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Las situaciones de ridículo continuo que genera el expresidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, parece que no tienen fin. El que fuese presidente de todos los catalanes, destituido de su cargo por el Gobierno de Mariano Rajoy en aplicación del artículo 155 de la Constitución, no debe estar muy preocupado del incesante descrédito en el que está cayendo su imagen, si es que después de su huida a Waterloo le quedaba algo.

Precisamente, ese fue el punto de partida de innumerables situaciones en las que Puigdemont ha traicionado a los suyos y a su palabra. Y este martes volvía a ocurrrir. Tras amenazar con presentarse en el Parlamento Europeo, Puigdemont ha acabado dando la “espantada”. Aunque para muchos, estas traiciones no deben suponer ningún inconveniente, viendo el apoyo que sigue atesorando.

Vamos a trazar un recorrido de todos esos momentos en los que el expresidente de la Generalidad ha dicho una cosa, y ha acabado haciendo la contraria. 

Empezamos por su huida. La traición más grande cometida hasta el momento y que supuso dejar en la “estacada” a más de la mitad de los miembros del Govern. 

Mientras Puigdemont estaba saliendo escondido en un vehículo desde su casa, cambiando a otro en la oscuridad de un túnel y recorriendo las sinuosas carreteras de montaña dirección a Bélgica; sus consejeros no tenían constancia de nada. Además, según lo acordado los días anteriores, el lunes 30 tenían previsto acudir al Palacio de la Generalidad para un nuevo día de trabajo.

El ya expresident sólo informó de su escapada a cinco miembros de su equipo cuando se encontraba en Francia. Fue a través de una llamada, la noche del domingo 29. El aviso lo recibieron: Meritxell Borràs, Toni Comín, Joaquim Forn, Dolors Bassa y Meritxell Serret.

Cuando llegó ese lunes 30, los consejeros esperaban orgullosos a su presidente. Una foto subida a las redes sociales desde el interior del Palacio de la Generalidad hacía intuir que el Puigdemont se encontraba allí. Pero nada más lejos de la realidad. El “fugado” había concluido con éxito su huida y rondaba ya tierras belgas. No sólo mintió a medio Gobierno, sino que además “los tomó por tontos” con la foto “fake”. Una clara estrategia, que acabó con los consejeros engañados en prisión, y él, de “vacaciones” en Waterloo.

También cabe destacar los innumerables amagos y “amenazas” de vuelta a España, que como era de esperar, no se han traducido en nada. El último, sin ir más lejos, fue tras las elecciones europeas. Puigdemont consiguió los votos necesarios para ser europarlamentario, pero no todo iba a ser tan sencillo.

En este caso, la legislación española exige recoger el acta como parlamentario europeo en el Congreso de los Diputados para prometer o jurar la Constitución. Al conocer esto, se habló de un posible viaje del político a Madrid. Algo, que movilizó a toda la policía para, en caso de que apareciese por las inmediaciones del Congreso, capturar al fugado. Una vez más, como era de esperar, Puigdemont no se presentó en el Parlamento de nuestro país, por lo que no pudo recoger su acta.

Entonces entró en juego su abogado, Gonzalo Boye, quien acudió al Congreso de los Diputados con la intención de recoger las actas de Puigdemont y el exconsejero Antoni Comín. La Junta Electoral Central rechazó el acta que el abogado de Puigdemont le pretendía entregar, y fue expulsado del Parlamento. En el documento, según el abogado, el expresidente acataba "por imperativo legal" la Constitución en dichos documentos que "ni siquiera llegaron a leer".

Esto produjo que se iniciase una lucha en los tribunales para que se reconociese su figura de europarlamentario electo. Un recorrido que, si no ha llegado aún, está apunto de llegar a su fin. Este martes echaba a andar la novena legislatura del Parlamento Europeo. Todo indicaba a que Puigdemont iba a hacer acto de presencia para seguir elevando la tensión en su lucha por conseguir el acta de parlamentario. Además, él mismo había anunciado dicha intención, lo que había creado una gran espectación entre el independentismo. Ante la sede de Estrasburgo se concentraban cientos de independentistas. El expresidente de la Generaladidad no se sumó a los manifestantes que le esperan junto al Parlamento Europeo en Estrasburgo por miedo a ser detenido.

Lo único que consiguió fue sacarse una foto con un autobús procedente de Lerida:

Puigdemont evitaba pisar Francia desde su huida al exterior ante el temor de que España reactivase la euroorden en un territorio a priori más propicio para que sea extraditado. Se completaba de esta manera otra de las mentiras de Puigdemont, ya que había advertido en los días anteriores que se desplazaría a Estrasburgo.

Se dirigió a los manifestantes para decirles que su lucha "es la lucha por los derechos de todos los europeos" a través de una pantalla gigante en una intervención previamente grabada junto a la frontera en la vecina ciudad de Kehl (Alemania).

El ridículo volvía a ser mayúsculo porque el expresidente, que estaba junto al exconsejero y también huido de la Justicia española Toni Comín, se encontraba a escasos kilómetros de la ciudad Francesa en un pueblo alemán en plena frontera franco-alemana.

Su afán se ha centrado desde el primer momento en ganar la batalla de la opinión pública internacional. Sus viajes a Helsinki, Ámsterdam, Ginebra, Copenhague, islas Feroe o Edimburgo, dejan constancia de ello. La internacionalización ha sido objetivo prioritario desde su fuga. Sus escasos éxitos y sonoros fracasos se concentran, en su mayoría, en Bélgica. Allí, ningún representante de las instituciones europeas ha aceptado recibirleSigue acumulando varapalos judiciales. Y sigue prometiendo cosas que luego no acaba cumpliendo.

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