Las voces femeninas del Congreso: jóvenes, con buena oratoria y carreras fulgurantes

Por primera vez, cuatro mujeres serán portavoces de los principales partidos en la Cámara Baja: Lastra, Álvarez de Toledo, Arrimadas y Montero

Las voces femeninas del Congreso: jóvenes, con una oratoria contundente y carreras fulgurantes

María Dabán

Publicado el - Actualizado

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Más del 47 por ciento de los 350 diputados elegidos el pasado mes de abril son mujeres, y no es la primera vez que varias de ellas ejercen de portavoces de sus respectivos partidos en la Cámara Baja. Pero sí es la primera vez que coinciden tantas a la vez al frente de esta responsabilidad: Adriana Lastra por el PSOE, Cayetana Álvarez de Toledo por el PP, Inés Arrimadas por Ciudadanos, Irene Montero por Unidas Podemos; Laura Borrás por JxCat, Ana Oramas por Coalición Canaria y Mertxe Aizpurua por EH Bildu. Todas ellas coparán en esta legislatura la tribuna de oradores. Las cuatro primeras difieren en su ideología, pero coinciden en ser mujeres jóvenes, con una oratoria contundente y una carrera fulgurante dentro de sus partidos.

Adriana Lastra nació en 1979 en Ribadesella. Dos personas marcaron su salto a la militancia política: su abuela Rosa, que le hablaba de la Guerra Civil; y, curiosamente Esperanza Aguirre. Esta última, eso sí, no para bien. Al ser nombrada ministra de Educación por Aznar, Lastra se afilió a las Juventudes Socialistas. Y a partir de ahí fue ascendiendo en el partido, hasta formar parte del núcleo duro del PSOE de Sánchez. Su lealtad a prueba de bombas, incluso en las horas más bajas del secretario general, cuando el partido se partió en dos y echó a su líder, le llevó a ser considerada parte del grupo al que llamaban “las viudas de Sánchez”. El secretario general la nombró portavoz del partido al llegar al Gobierno y, desde ese puesto, se ha convertido en una de las voces mas combativas del PSOE. Una de las críticas reiteradas que se le hacen es que nunca ha hecho carrera fuera de la política. De hecho, no tiene estudios superiores, algo a lo que ella resta importancia asegurando que es “como millones de españoles”.

Cayetana Álvarez de Toledo nació en Madrid en 1974, pero se crió en Buenos Aires y se formó académicamente como historiadora en Oxford, donde escribió una tesis sobre el obispo Juan de Palafóx, bajo la supervisión del hispanista sir John H. Elliot. Ángel Acebes la fichó para la política, y acabó siendo diputada entre 2007 y 2015, pero sus discrepancias con las políticas de Mariano Rajoy la alejaron del partido y la llevaron incluso a votar a Ciudadanos. Pablo Casado la recuperó para la política en las pasadas elecciones, como cabeza de lista de Barcelona, una plaza donde parecía que los populares iban a desaparecer... Casi lo hacen, pero ella sacó su escaño con una campaña en la que se enfrentó sin tapujos al nacionalismo excluyente y sectario. Nadie duda de su brillantez intelectual, pero muchos en el partido critican su falta de empatía y un cierto tono de superioridad en sus discursos que provocará, auguran, más de un incendio. Casado defendía sin tapujos su nombramiento, y admitía que no está mal que unos en el partido sean “más vehementes”, que otros. Álvarez de Toledo ha adelantado que hará una oposición “no histérica, pero sí indómita”.

Inés Arrimadas nació en Jerez en 1981 y estudio Derecho y Administración y Dirección de Empresas en Sevilla. Nada presagiaba entonces su salto a la política catalana, pero en 2008 se trasladó a Barcelona a trabajar en una consultora, conoció a Albert Rivera, y acabó afiliándose a Ciudadanos. En el 2016 se casó con el ex-diputado de CIU, Xavier Cima, y, un año, después, ganaba las elecciones catalanas, dando a su partido el mayor éxito político hasta el momento. Lo hacía con un discurso contundente y sin complejos frente al nacionalismo. Sin embargo, los independentistas se coaligaron para impedirle llegar al Palacio de la Generalitat. En las pasadas elecciones, Albert Rivera la fichó como número dos de su candidatura electoral y, después de la constitución de las Cortes, fue designada portavoz. Desde entonces, ha tenido que lidiar con la política madrileña. De momento, dicen, no ha brillado aquí, pero lo hará, auguran muchos, en sus enfrentamientos dialécticos en el Congreso.

Irene Montero, es la más joven de todas. A esta madrileña de 31 años le han llegado a denominar “la Soraya de Podemos”, por sus recientes y frustradas posibilidades de ser vicepresidenta del Gobierno en un ejecutivo de coalición con el PSOE. Esta licenciada en Psicología y Máster en Psicología de la Educación ha defendido siempre sus orígenes humildes. Se afilió a las Juventudes Comunistas a los 15 años, pero antes de unirse a Podemos fue una de las impulsoras de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Nunca ha trabajado, eso sí, fuera del ámbito de la política. Montero ha sido acusada de haber llegado a un puesto de tanta responsabilidad por ser la pareja de Pablo Iglesias, pero ha demostrado ser una buena portavoz de su partido, aunque, claro, ha realizado una férrea defensa de la, a veces, cuestionada línea marcada por el líder de la formación. En este mes de agosto, volverá a ser madre, esta vez de una niña, y ese embarazo le mantiene alejada de los focos en estas últimas semanas. De hecho en la fallida investidura de Pedro Sánchez, ejerció su voto de manera telématica.

Las cuatro portavoces son ambiciosas, y no lo ocultan. A ellas se les podría aplicar la frase de la escritora estadounidense Ayn Rand, que decía: “la pregunta no es quién va a dejarme. La pregunta es quién va a detenerme”.

 

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