Sánchez desconcierta con su resistencia a abandonar la operación en Cataluña
El presidente del Gobierno se niega a desistir y quiere desinflamar el 'procés', desoyendo a los más prudentes en su entorno en vísperas del 21-D
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Pedro Sánchez se juega ya en Cataluña parte del balance de su mandato y, en gran medida, el color de las decisiones del Gobierno de aquí a las generales. El jefe del Ejecutivo es reconocido por su audacia y en la celebración del Consejo de Ministros de Barcelona este 21 de diciembre pone en evidencia su determinación. En ese camino, Sánchez se ratifica en el diálogo “sereno y sensato” con Quim Torra como la vía más eficaz para superar la actual crisis. Ambas partes negocian los términos de una cita entre los presidentes, que hace apenas un puñado de semanas se daba casi por inverosímil.
De hecho, la prioridad de La Moncloa sigue siendo, pese a todo, sin ocultar las dificultades, el mantener en pie los puentes en “todo” lo que pueda servir para desinflamar el “procés”. De ello sólo se excluye objetivos políticos que busquen salirse de la legalidad, precisamente los únicos que ocupa la agenda de las autoridades catalanas. El Gobierno continúa confiando en la fractura del secesionismo – el “cuanto peor, mejor”, del PDeCAT versus el pragmatismo de ERC - como desactivadora de la crispación. “El “hito” de la cita en la Ciudad Condal puede determinar, exactamente, el escenario”, repiten fuentes monclovitas.
Sánchez ha mostrado que es consciente de lo que se juega al elevar, momentáneamente, el tono a su paso días atrás por la sesión plenaria monográfica sobre Cataluña en las Cortes. No obstante, el empeño en la mano tendida ha vuelto a desconcertar a barones y dirigentes del PSOE e incluso ha abierto brechas en el mismo entorno del Presidente que, a pesar de reconocer cierto desbloqueo, aventuran que el inminente juicio a los líderes del “procés” hace imposible la distensión. Hasta hay cercanos, según ha constatado la Cadena COPE, que avisan ante el callejón sin salida: “Cataluña ya enterró a Mariano Rajoy”.
Las voces de alarma quedaron visualizadas ante el reconocimiento del titular de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, del “poco éxito” de “la política ibuprofeno” para evitar el choque de trenes. La condición de “verso suelto” del ministro siempre es argumentada ante su sinceridad, pero, de igual manera, las dudas sobre la conveniencia de celebrar incluso el Consejo de Ministros en Barcelona por alguien tan cercano a Pedro Sánchez como el responsable de Fomento, José Luis Ábalos, corregidas de inmediato por La Moncloa, han sido motivo de numerosas llamadas telefónicas de respaldo al secretario de Organización del PSOE, sobre todo desde Cataluña, ante el riesgo fundado para el orden público por el independentismo radical.
Sánchez y su apuesta tienen una nueva cita en las urnas con las municipales, autonómicas y europeas, después del desastroso test de las andaluzas. El 26 de mayo se examinará otra vez el Partido Socialista de la operación Pedro Sánchez en Cataluña que, decidido a resistir, volverá a presentarse a unas elecciones por personas interpuestas. En sus cálculos, dada la fragmentada aritmética parlamentaria, previsiblemente más fragmentada todavía en el futuro, le será imprescindible al Presidente la alianza con los independentistas para tratar de disponer de una mayoría frente a una pretendida alternativa de centro-derecha formada por PP, Ciudadanos y VOX. Tanto es así que, de creer a voces internas, Sánchez habla más ante los suyos de “revalidar” el Gobierno que de “ganar” unas futuras generales.