Censura al Gobierno en el propio PSOE: “El viaje a las urnas se hace cuesta arriba”

Pedro Sánchez está convencido de lograr darle la vuelta al escenario político y se volcará en movilizar el centro-izquierda frente a las “derechas”.

pedro Sánchez en su última comparecencia ante los medios tras el Consejo de Ministros

Ricardo Rodríguez

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Los socialistas juzgan con ojos cada vez más críticos a su propio Gobierno, aterrados muchos de ellos ante la perspectiva de estar en puertas de un cambio de ciclo político que les despoje de poder municipal y autonómico. “El viaje a las urnas se está haciendo muy cuesta arriba”, relatan de manera gráfica voces territoriales que trasladan sus reproches; no sólo hacia la política de Pedro Sánchez en Cataluña, sino también por errores de bulto del Ejecutivo que regalan bazas a sus rivales: “El Gobierno, con excepción de un puñado de ministros [Carmen CalvoJosé Luis Ábalos o María Jesús Montero], evidencia incapacidad para desenvolverse políticamente”. “Falta peso político”, apuntala un barón autonómico, convencido de que “a lo único que puede aspirar Pedro es a ofrecer golpes de efecto”.

Desde luego, 2019 llega cargado de deberes para el presidente del Gobierno. Sánchez afronta un curso político muy agitado con la vista a la cita del 26 de mayo con las urnas municipales, autonómicas y europeas. La vorágine de los acontecimientos mantiene además en el aire la convocatoria de las generales en otoño. En el camino se cruza la crisis en Cataluña que promete envenenarse aún más con el juicio a los líderes del “procés” y que ya ha llevado a barones en ejercicio a marcar distancias con La Moncloa, temerosos de pagar la factura del diálogo con los independentistas con el objetivo de salvar la aprobación de los Presupuestos.

La distensión con los secesionistas erosiona la posición del PSOE en los distintos territorios. No suma, resta, sometiendo al Ejecutivo a un constante desgaste. “Todo gesto con los independentistas conlleva riesgos. Los diecisiete mercados electorales están lejos de ser estancos. No hay manera de evitar la repercusión de una acción en Cataluña en una comunidad u otra”, advierte un veterano dirigente con mando en plazo. En este análisis emerge con fuerza la “Cumbre de Pedralbes”, el encuentro entre Pedro Sánchez y Quim Torra en Barcelona que pretende tener su continuidad en Madrid este mismo mes de enero. Una nueva edición de la cita en la Ciudad Condal espolea el pesimismo entre quienes se la juegan el 26-M.

A la luz de los acontecimientos, la participación de la secretaria general del PSE-EEIdoia Mendiaen una fotografía conjunta junto a Arnaldo Otegi abriendo la portada del 24 de diciembre del Diario Vasco sólo ha añadido convulsión en las filas socialistas. Más aún cuando la instantánea contó con la complicidad del propio presidente del Gobierno. “No hay ningún elemento para la polémica”, dijo en su comparecencia de balance de 2018 Sánchez después de defender, intentando restarle trascendencia, que “en estas fechas como en preludio de campañas electorales se suelen hacer fotografías con dirigentes políticos”. Barones como Guillermo Fernández Vara mostró su rechazo a la conocida ya como “imagen de la ignominia”.

Es un ejemplo más de lo que muchos entienden como regalar bazas que pueden ser usadas políticamente por sus adversarios. En ese capítulo, por cierto, culpan al entorno de La Moncloa de falta de habilidad en la gestión del uso dado por Sánchez al Falcón. Ese estigma ha resucitado con más ahínco ante el desplazamiento del Presidente, junto con su familia y la perrita Turca, a la residencia propiedad del Estado de La Mareta, en Lanzarote, a pasar unos días de vacaciones. “Esos gestos calan entre la ciudadanía y, aunque esas polémicas puedan creerse estériles, levantan suspicacias y pasan factura”, señalan incluso cercanos al jefe del Ejecutivo destilando preocupación.

En medio del ruido, existen censuras focalizadas, con total claridad, en la comunicación. El Gobierno “debe explicar lo que hace porque no está llegando”. En este punto, la agenda social, baza de Sánchez, está lejos de calar entre la opinión públicaO al menos, no lo está haciendo como quisiera La Moncloa. De hecho, Gobierno y PSOE dedicaron las últimas horas de 2018 a lanzar una campaña sacando pecho por la subida del SMI, la revalorización de las pensiones con el IPC, la Ley de Igualdad de trato y oportunidades entre hombres y mujeres, eliminación del copago farmacéutico, el bono social energético para familias sin recursos, medidas de conciliación laboral y familiar…. Fue un pasito, pero habrán de darse más. El presidente del Gobierno asumirá con más ahínco la parte social de su mandato en las intervenciones. 

Precisamente, Pedro Sánchez está convencido de ser capaz de lograr darle la vuelta a un panorama a todas luces sombrío. Para eso, se volcará en el intento de movilizar a su favor al centro-izquierda frente al “consorcio” de derechas formado por PPCiudadanos y VoxLa tesis de estrechos colaboradores del jefe del Ejecutivo es que ese “triunvirato”, visualizado en Andalucía, amplia los caladeros del PSOE ante todos aquellos españoles que reniegan de los extremos. El propio Sánchez ya empezó a poner en marcha en su despedida del año 2018 esa estrategia de vender un proyecto de “convivencia” frente a una alternativa de Pablo Casado y Albert Rivera condicionada por Santiago AbascalEn La Moncloa quieren plantear la batalla en esos términos y confían en que, a pesar de sus relaciones con incómodos compañeros de viaje, los ciudadanos acabarán por entenderles.