El Gobierno arde puertas adentro: “La coalición está muerta”

Sánchez y Díaz se conjuran para agotar la Legislatura, pese a la agonía interna

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Intramuros del Palacio de La Moncloa tienen una certeza y un dilema. La certeza: “La coalición está en la práctica muerta”, a pesar de la determinación de Pedro Sánchez y de Yolanda Díaz de insuflarle vida a la cohabitación hasta 2023. El dilema: Cómo lograr que el Presidente salga indemne del desgaste cuando las tensiones internas van a perseguirles en el final de la Legislatura.

El mantra siempre repetido es el de la fortaleza del Gabinete. Ése es de obligado cumplimiento. Pero, Sánchez se enfrenta en un escenario lleno de minas a las diferencias entre las partes socialista y morada del Ejecutivo, le estallaron con crudeza al votar una parte, por primera vez, en contra de un proyecto refrendado por el conjunto en el Consejo de Ministros: La Ley Audiovisual. Precisamente, la gravedad de la situación forzó en las siguientes horas, el viernes, un esfuerzo por ofrecer en público un cierre de filas.

Hasta nueve ministros protagonizaron en torno al Presidente una foto de unidad en la presentación del Perte de Economía Social y de los Cuidados. La instantánea fue completada con el mensaje presidencial de presumir de su “equipazo” de titulares capaz de superar las dificultades. Sánchez y Díaz mantienen engrasada la comunicación y están conjurados en atornillarse al Poder, huyendo de la verosímil muerte política. Porque, exhorta el equipo del Presidente, “que Feijóo no se crea que está cerca el fin de la Legislatura. Al contrario”.

Queda descartada la ruptura. Nadie contempla en peligro el acuerdo de Gobierno, el riesgo de descarrilar. A un lado y al otro tienen claro que el bipartito ha de sostenerse en el tiempo. Su pegamento es la llegada de la alternativa del centro-derecha. Sin embargo, están consolidadas las sospechas de deslizarse al “modo infarto”, con grandes dosis de inestabilidad, al menos ante proyectos complejos, algunos de los cuales, como la reforma de las pensiones, dependerá del PP. Los conflictos entre los socios de coalición prometen acentuarse con los consiguientes desperfectos. El ala socialista se ve caminar sobre el alambre.

Si se rasca un poco se encuentran nervios, preocupación y malestar. Ante todo, admiten dirigentes socialistas, “debemos ir tirando”, por la cuenta que les trae a las dos partes. El último alto el fuego apenas ha durado 72 horas. Este lunes, Podemos ya ha cargado contra el PSOE con reiteradas acusaciones de haber “adjudicado a dedo”, “sin ningún tipo de concurso público”, los 37 millones de euros del coste de la organización de la cumbre de la OTAN a celebrar en Madrid el 29 y 30 de junio. No hay forma de embridar a los morados. Desde lo alto de Ferraz han tragado saliva, centrada como estaba La Moncloa en poner el foco en el acto de conmemoración del 40º aniversario del ingreso de España en la Alianza Atlántica.

La realidad es que, a estas alturas, muchos contemplan a Pedro Sánchez “inmerso en un ruido difícilmente superable”, día tras día, y sin calar la gestión gubernamental.