Los barones del PSOE ya planifican sus estrategias al margen de Sánchez

Fuera de La Moncloa y de Ferraz, cunde la inquietud en las federaciones socialistas para conservar el poder en las municipales y autonómicas

Ricardo Rodríguez

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Para bien o para mal, debemos centrar nuestros esfuerzos en nuestros territorios”. La muletilla de dirigentes ha cobrado toda su entidad ante la convulsión sufrida en el PSOE. Porque, al final, esa es la cuestión. El Comité Federal, de carácter urgente y extraordinario, sólo sirvió a sus miembros para llevarse a sus casas una lección sobre cambio climático (el secretario general dedicó medio discurso a repasar sus consecuencias, los incendios que asolan el país y la gestión ecologista del Gobierno) y una llamada a volcarse en las municipales y autonómicas.

La esperada intervención de Sánchez estuvo lejos de cumplir las expectativas, al menos de puertas para adentro. El Presidente evidenció prisas por pasar página de su reestructuración del partido y hasta despidió de forma fría y efímera a quien fuera su escudera, Adriana Lastra. Prueba de que las aguas bajan revueltas fueron las ausencias de barones con mando en plaza. La más llamativa, quizá por ser siempre un fijo en todas las citas orgánicas, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig. Sin debate interno, nunca hay posibilidad de crítica.

Mientras tanto, Sánchez posaba con su nuevo núcleo de poder, antes incluso de ser ratificado por unanimidad por el máximo órgano entre congresos. María Jesús Montero, vicesecretaria general, y Pilar Alegría, portavoz del partido, y Patxi López en su condición de portavoz del Grupo Socialista en el Congreso fueron exhibidos ante la organización. La nueva Ejecutiva se estrenará reuniéndose por primera vez este viernes 29 de julio. El entorno presidencial insiste en que el Gobierno tiene rumbo. Un argumentario que, a día de hoy, apenas logra insuflar ánimos en los círculos de poder territorial socialista. Aunque aplaudan los cambios, la preocupación galopa en su propio campo ideológico.

Más al contrario. Sus barones planifican sus propias estrategias para intentar seguir gobernando en el duro ciclo electoral por venir y lo hacen al margen de Pedro Sánchez. Para ellos, el examen municipal y autonómico llega en apenas diez meses, en su propia casa, y ya toman sus propias posiciones. Incluso reconocen bajo el amparo del off the record que, a diferencia de 2019, el cambio de ciclo puede llevarles “por delante”. “La gente, nuestros votantes de toda la vida, están cabreados”, repiten. En ningún modo es casual que receten públicamente “empatía” y cercanía” con la calle. Son muy conscientes del grave problema de credibilidad de Pedro Sánchez ante sus propios electores.

Existen mandatarios autonómicos que han interiorizado que la “marca PSOE” y también el propio Sánchez son un obstáculo en el esfuerzo para arañar el máximo de votos. No es que haya una ruptura entre el secretario general de los socialistas y las baronías, pero puede hablarse de un distanciamiento que ya es un secreto a voces en plazas que se gobiernan. Las urnas están cada vez más cerca, el mismo Ejecutivo se prepara para unos meses complicados, y los nervios afloran. “Después de mayo, ya veremos qué ocurre”, advierten cayendo en cierta desesperanza cuadros territoriales.