Sánchez impide a Irene Montero llevar la voz del 8-M

La titular de Igualdad denuncia tener el Ministerio “intervenido” por La Moncloa

Sánchez impide a Irene Montero llevar la voz del 8-M

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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El Gobierno autodeclarado feminista de los pies a la cabeza llega al significativo 8-M en medio de fuertes tensiones. La celebración arrastra la imposición del PSOE sobre Unidas Podemos, forzándolos a asumir la prohibición de todas las manifestaciones y concentraciones en Madrid “por motivos de salud pública”. La batalla en el seno del Ejecutivo, sin embargo, fue notable, toda vez los morados pretendieron dejar en manos de los colectivos la decisión última, pero la órbita socialista impuso que ningún miembro del Consejo de Ministros saliese a la calle. Tal directriz, impulsada por Carmen Calvo, fue asumida tras días de discusión zanjada definitivamente en la última reunión semanal del Gabinete.

La celebración del Día Internacional de la Mujer viene marcada este lunes por el desembarco de Pedro Sánchez en el Ministerio de Igualdad para, “junto” a Irene Montero, rendir homenaje a todas las mujeres que han estado en primera línea durante la pandemia. Y todo ello bajo el lema “Por ser Mujeres. España feminista”. La puesta en escena pasa por las intervenciones de Presidente y ministra, además de la lectura de textos de autoras feministas y la proyección de vídeos de mujeres relatando experiencias vitales. En ningún caso iba a entregar el PSOE la bandera del feminismo a UP. Esto último resulta clave y explica el movimiento de tutelaje de Sánchez.

La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo

“La principal referencia del Gobierno es el Presidente”. Así despachan desde La Moncloa la pugna de la izquierda ante una jornada destinada, a priori, a unir voluntades sobre la igualdad. Sea como fuere, la decisión de Sánchez de irrumpir este 8-M al lado de Montero da alas a la denuncia ante los suyos de la ministra de que tiene “intervenido” el departamento. Y es que Irene Montero ha llegado a esa conclusión tras ver estrecharse su margen de maniobra en las diversas tentativas fallidas de llevar su Ley Trans, junto a la Ley LGTBI, al Consejo de Ministros, precisamente con la mirada en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Montero ha tropezado con Calvo. También de cara a este martes 9 de marzo en el que debe conformarse con la venta de un supuesto plan de impulso a la conciliación de las familias, ya previsto en los Presupuestos Generales del Estado para este 2021.

A decir del ala socialista, la titular de Igualdad buscó incluso salirse con la suya de espaldas a la vicepresidenta primera, tratando de negociar directamente sus normas con Justicia y Sanidad, pero la disparatada intentona de puenteo resultó inútil. Ambas carteras, en manos de Juan Carlos Campo y de Carolina Darías, los dos del PSOE, la remitieron de inmediato a Calvo que, teniendo bajo su control la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios, determina todo lo que llega a la mesa del Consejo de Ministros. En La Moncloa lo tienen claro: “La relación entre Calvo y Montero es imposible, pero los proyectos de ninguna manera saldrán adelante”. No con los textos de la ministra que, a sus ojos, está volcada en “colgarse medallas”. Llegan incluso a reprobar su mal ejemplo por tirar de una asesora como niñera.

Calvo y Montero son adalides de dos concepciones del feminismo antagónicas. De un lado, las feministas clásicas perciben como una amenaza de su propia razón de ser la autodeterminación de género en tanto en cuanto cuestiona las leyes de discriminación y género. Del otro lado, las hijas del feminismo ortodoxo, defensoras de las teorías queers, aquellas que diluyen el género como fruto de una extrema libertad de elección. Arraigadas las diferencias, Pedro Sánchez ha hecho piña con su vicepresidenta. Tanto como para exprimir en primera persona hasta la última gota del 8-M.