Sin micrófonos: La paradoja madrileña de Podemos
Desde el entorno de Iglesias deslizan que el que fuera su número dos tiene una “ambición desmedida"
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La decisión de acelerar el proceso de primarias en Madrid ha demostrado que las heridas abiertas en Podemos durante la guerra previa a Vistalegre2 están lejos de cicatrizar. Sobre todo una, quizá la más difícil de todas, la desconfianza entre pablistas y errejonistas que explica el rebrote de la tensión de los últimos días.
La pelea soterrada viene de lejos, pero saltó a las portadas con el órdago de Errejón y el estruendoso “ni media tontería” de Iglesias. Desde entonces, los fieles al secretario general han reprochado a Errejón que se haya olvidado de “dar las gracias” por “la generosidad y la inteligencia” que hizo que le ofrecieran “al perdedor un puesto de máxima honra”. Así lo ha dejado escrito esta semana Juan Carlos Monedero en su blog. Desde el entorno de Iglesias también han deslizado que el que fuera su número dos tiene una “ambición desmedida”, que es desleal o que busca ganar las elecciones con el favor de los medios pero alejado de la marca del partido.
Además, dos hombres fuertes del pablismo como Espinar y Echenique se han esforzado en escenificar en público su “generosidad” al renunciar a unas primarias en dos tiempos en pos de la paz interna y del “proyecto colectivo” por encima de “perspectivas personales”. “Sí, me ha tocado ceder” admitía Espinar en TVE y añadía que “en la vida es más difícil ceder que salirte con la tuya”. Conscientes de que los inscritos no les perdonan que los medios volvamos a poner el altavoz en sus discrepancias, su estrategia pasa por señalar a Errejón como el responsable de reabrir la guerra. Errejón intenta zafarse de esa condición y asegura que va a ser “prudente y cuidadoso”, “extraordinariamente responsable” porque los asuntos internos “no tienen que ser comentados permanentemente en los medios de comunicación”.
Pero lo cierto es que las diferencias siguen hasta el punto de que no coinciden ni siquiera en si hay o no una negociación abierta. Según Errejón la hay y, aunque están “muy cerca de hacer las cosas bien”, aún quedan “flecos” para hacer la campaña electoral “con todas las garantías” porque a él no le encargaron sólo ser candidato, sino ganar la Comunidad de Madrid. Fuentes próximas a Iglesias, sin embargo, niegan que haya nada más que pactar por lo que sólo tiene dos opciones: aceptar la candidatura o dejarla pasar. Y no contemplan la opción de que no se presente. Desde el otro bando responden que las decisiones se deben tomar por acuerdo, no por imposición porque “no es una cuestión de testosterona” sino de mantener una relación basada en “la lógica de la confianza”.
La paradoja de toda esta historia es que ambos son conscientes de que se necesitan pero ninguno se fía del otro. Iglesias sabe que sin un buen resultado en la Comunidad de Madrid, sus planes de llegar a Moncloa en 2020 se complican sobremanera. Errejón asegura que tiene “hambre” de liderar una candidatura que, muy posiblemente, puede ser su última bala política. Una nueva derrota lastraría quizá para siempre su carrera. Al menos a corto plazo y bajo el paraguas de las siglas de Podemos.