SIN MICRÓFONOS

El juez duda del arma utilizada en el crimen de Susqueda mientras se busca la pistola

No aparecieron ni las balas ni los casquillos. El único elemento de cotejo por parte de los investigadores ha sido el tamaño de los orificios

El juez duda del arma utilizada en el crimen de Susqueda mientras se busca la pistola

Juan Baño

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Se busca el arma del crimen. Es una prueba siempre importante en la resolución de un suceso, como el doble homicidio perpetrado en el pantano de Susqueda (Lerida) el 24 de agosto de 2017. En esta caso, además, no se ha podido determinar aún el tipo de arma con la que se disparó contra las dos víctimas, Marc y Paula, a pesar de que existe un informe en la investigación que afirma que “presumiblemente el arma utilizada seria una 9 mm o inferior”. Así lo recoge el auto de prisión del único acusado, Jordi Magenti. El juez Javier Burgos no sólo pone en cuestión esa afirmación de la investigación, sino que señala en una dirección totalmente distinta: el arma homicida podría ser del 22. Y es que la munición encontrada en poder del detenido es justamente de ese calibre.

El instructor recuerda que no aparecieron “ni las balas ni los casquillos. El único elemento de cotejo por parte de los investigadores ha sido el tamaño de los orificios. Sin embargo, el estado de los cuerpos y la distancia de los disparos hacen que sus conclusiones no sean definitivas, sino meramente aproximadas. De manera que, sin perjuicio del resultado que arroje un estudio definitivo, sería posible que las balas encontradas de 22mm correspondan al arma utilizada”. Lo que el juez denomina 22mm es realmente un 22lr, con un diámetro de 5'6mm.

El análisis que hace su señoría puede convertirse en una baza a favor de la defensa de Magenti, según fuentes jurídicas del caso. Los orificios en las partes blandas de los cuerpos pudieron ampliarse bajo el agua o debido a la agresión de la fauna del pantano, pero es dificil mantener la misma tesis, dicen estas fuentes, sobre la cavidad producida en el hueso del cráneo de Paula. La joven recibió un tiro mortal en la cabeza. Sin embargo, asegura un experto en balística, que el impacto de una bala de 22mm contra un hueso puede causar daños muy distintos según la trayectoria del disparo. El 22 es plomo y se deforma al impactar contra una superficie solida, lo que produciría un orificio mayor al esperado.

A la espera de los nuevos informes ampliatorios y enmedio de este cruce de argumentos contradictorios, cobra especial relevancia la búsqueda del arma del crimen que ahora volverá a hacerse con ayuda de un georadar. Es también decisiva la posible localización de los teléfonos móviles de los dos jóvenes en la mochila de Paula, de encontrarse ésta en el fondo del pantano. Los terminales permitirían ubicar el lugar en el que fueron abordados por su asesino. Si no fuera justamente el punto conocido como la Rierica, “toda la tesis acusatoria contra Magenti se derrumbaría”, reconocen incluso en la propia acusación particular.

La defensa del detenido, el letrado Benet Salellas, habla de “un traje hecho a la medida” de su cliente para sentarle en el banquillo sin pruebas ni indicios sólidos. Fiscalía y abogado de la acusación apoyan sin fisuras la investigación de los Mossos que, ellos mismos recuerdan, no cuenta por ahora con una prueba directa. Estamos ante “la prueba indiciaria”, recuerda el abogado de las víctimas Carlos Monguilod. Sorprende “el escepticismo” con el que propio letrado reconoce haber acudido a escuchar los argumentos de los investigadores. Cree que Magentí es el culpable, pero el tamaño de un orificio o un cambio de ubicación en los hechos puede poner en cuestión una investigación muy complicada.

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