El destierro del presidente de los obispos de Nicaragua: “Hay una persecución férrea contra la Iglesia”

”Quieren que los únicos `salvadores´ sean Ortega y Rosario Murillo”, asegura Braulio Abarca, del colectivo Nicaragua Nunca Más

Manuel Ángel Gómez

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Hace casi dos semanas, el martes 12 de noviembre, agentes de la policía nicaragüense detuvieron al obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, Carlos Enrique Herrera, cuando circulaba en su vehículo por la ciudad de Managua, según cuenta el diario digital nicaragüense Confidencial. 

Tras su detención le llevaron directamente al aeropuerto de la capital de Nicaragua, y le entregaron un pasaporte y un billete de avión para volar a Guatemala.

 Los policías justificaron su expulsión del país alegando que en sus homilías “atentaba contra el orden y la seguridad pública”, de acuerdo con la información publicada por este medio digital. 

El obispo desterrado “ha sido una persona que ha estado denunciando las violaciones de derechos humanos, principalmente en la zona de Jinotega y Matagalpa, en la región céntrica, donde él se encontraba. 

Y estuvo a cargo de esta zona debido al encarcelamiento del obispo Álvarez, quien estaba a cargo de Matagalpa”, asegura a COPE Braulio Abarca, abogado de Nicaragua Nunca Más, un colectivo que reúne a nicaragüenses que se encuentran en el exilio. “Hay una continua persecución a la Iglesia católica nicaragüense, históricamente la iglesia ha estado al lado de las personas que han sido víctimas de violaciones de derechos humanos”, explica Abarca. 

Añade que “también la expulsión del obispo Herrera representa una grave violación de la libertad religiosa. Y no solamente fue por denunciar la música a alto volumen que estaba boicoteando las misas en la diócesis de Estelí, sino también porque ha estado históricamente denunciando lo que ha pasado en Nicaragua, principalmente en la zona de Jinotega, donde hay muchos campesinos cuyos derechos humanos han sido violentados. En la zona de Jinotega ha habido incluso incursiones extrajudiciales contra campesinos y esto ha sido denunciado también por la Iglesia católica”.

      
             
      

Cuenta Braulio Abarca que “este panorama de persecución que actualmente vive la Iglesia católica nicaragüense ya ha dejado en exilio forzoso al menos a tres obispos, a cuatro con el actual. 

El primero fue el obispo Báez, el segundo el obispo Álvarez, el tercero el obispo Isidoro y actualmente el obispo Herrera. El destierro de estos cuatro jerarcas de la Iglesia católica representa un ataque directo hacia las creencias del pueblo nicaragüense”. 

En los últimos años, “más de 200 religiosos han sido expulsados de Nicaragua, pero no solo eso, también han sido desnacionalizados al menos diez sacerdotes, es decir, han sido despojados arbitrariamente de su nacionalidad. Hay una persecución férrea en contra de la Iglesia en Nicaragua”, afirma. A juicio de este miembro del grupo Nicaragua Nunca Más, el objetivo del régimen de Ortega es “en primer lugar imponer el silencio, pero también crear una creencia hacia solo ellos como `salvadores´, una costumbre mesiánica, hacer pensar que los únicos `salvadores´ de Nicaragua pueden ser ellos, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Y que la Iglesia católica no tiene cabida en el país”.

      
             
      

La situación de derechos humanos y libertades se ha ido deteriorando en la nación centroamericana desde 2018. Según Abarca, “hay más de 800.000 nicaragüenses desterrados o desplazados forzados, entre Estados Unidos, Costa Rica, Mexico y España, lo cual representa más del 15 por ciento de la población nicaragüense. 

Más de 5.700 organizaciones o asociaciones de la sociedad civil han sido arbitrariamente cerradas, confiscadas, allanadas en Nicaragua. No hay libertad de manifestación, libertad de asociación ni libertad de reunión”.

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