Así afecta el coronavirus a la educación: 13 países sin clases y más de 470 millones de alumnos implicados

Los efectos del coronavirus se han hecho notar a nivel global, y mucho, también en el sector educativo. La principal consecuencia que ha traído la enfermedad a este ámbito es que cientos de miles de aulas están, ahora mismo, vacías. ¿Por cuánto tiempo? En la gran mayoría de casos, la incógnita parece irresoluble.

Alarma por el coronavirus también en las escuelas

Lo que sí está claro es que, coronavirus mediante, el aprendizaje escolar ha quedado en suspenso a niveles insospechados y, por qué no decirlo, masivos. La UNESCO lo ha ratificado en las últimas horas, con unos datos apabullantes: 290,5 millones de estudiantes (de niveles que van desde Infantil hasta Secundaria) han dejado de ir a clase por culpa del COVID-19.

Tal y como recoge la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en su último informe, la alarma por el coronavirus también se ha trasladado a las escuelas. Hace dos semanas, China era el único país que había procedido a cerrar sus centros educativos. Ahora, 22 países de tres continentes diferentes han tomado esa determinación. Una vez conocido este dato, hay que hacer dos distinciones.

Estos son los países que han cerrado sus escuelas por el coronavirus

El primer grupo resaltado por la UNESCO es el de las naciones que han cerrado todas sus escuelas, sin excepción. Son 13: Armenia (437.612 alumnos en casa), Azerbaiyán (1.783.390), Baréin (247.489), China (233.169.621), Corea del Norte (4.229.170), Irán (14.561.998), Irak (7.010.788), Italia (9.039.741), Japón (16.496.928), Kuwait (358.786), Líbano (1.132.178), Mongolia (870.962) y Emiratos Árabes Unidos (1.170.565).

Estos son los países donde sólo ciertas escuelas han cerrado por el coronavirus

El segundo grupo de países es el de aquellos en los que sólo han cerrado algunos centros. Son nueve: Francia, Alemania, Pakistán, Corea del Sur, Singapur, Tailandia, Reino Unido, Estados Unidos y Vietnam. La UNESCO afirma que estos cierres parciales afectan a más de 180 millones de estudiantes. Si sumamos esta cifra con la obtenida en los países donde la escolarización está suspendida por completo, tenemos más de 470 millones de alumnos sin clases.

¿Qué consecuencias tiene perder clase por el coronavirus?

La interrupción del aprendizaje puede ser la más importante y preocupante. Sin embargo, no ir a la escuela también puede suponer problemas en cuanto a la nutrición y los padres que no están preparados para la educación a distancia. Las diferencias que pueden existir en cuanto al acceso de los alumnos a las herramientas digitales para aprender lejos del colegio son otro añadido preocupante.

Por no hablar de las tentaciones a las que están sometidos los niños que se quedan solos en casa. O el alto coste económico motivado por la imposibilidad de ir a la escuela (por los padres que se ausentan del trabajo para cuidar a sus hijos). Incluso el sistema médico se puede ver resentido por el cierre de los centros educativos (debido a la gran cantidad de mujeres que trabajan en él y tienen que abandonar su puesto para hacerse cargo de los niños).

Además, en los lugares donde sólo hay algunas escuelas cerradas puede haber problemas con aquellas que permanecen abiertas (al recibir a los alumnos de los centros inoperativos o presiones para que los acojan). Si los colegios están cerrados mucho tiempo, la vuelta de los alumnos cuando estos abran de nuevo puede ser otro contratiempo destacado.

¿Cómo se puede paliar el cierre de los colegios por el coronavirus?

Debido a esta situación, la propia UNESCO tiene una sección en su página web que recoge un buen número de aplicaciones y plataformas digitales que pueden usarse para fines educativos.

Para dar clase vía streaming, recomienda Skype, Zoom y los Hangouts de Google. YouTube o Thinglink pueden albergar materiales multimedia de interés para los alumnos. Y hay multitud de herramientas capaces de llevar la escuela a casa gracias a las nuevas tecnologías.

No somos conscientes de ello al cien por cien, pero el teléfono móvil puede ser un aliado inmejorable en términos educativos. Y más ante este parón motivado por el coronavirus. La UNESCO se ha hecho eco ahora de un libro que publicó en 2018 sobre la utilidad de los móviles a la hora de asegurar la continuidad educativa de los refugiados. Una obra de plena actualidad estos días.

La alarma sanitaria por el coronavirus está ahí. También la económica. Y, como hemos podido comprobar, la educativa. Demasiada juventud en casa y sin educación que recibir (ahí quedan las cifras) como para no preocuparse.