Muere Aga Khan, el líder espiritual de los musulmanes ismaelitas, a los 88 años en Lisboa

El príncipe Karim al Hussaini Aga Khan IV, el 49º imán de los musulmanes chiíes ismaelitas y "descendiente directo del profeta Mahoma", falleció este martes rodeado de su familia

Su Alteza el Aga Khan en el Capitolio de Texas en Austin para reunirse con el gobernador Rick Perry

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Su Alteza el Aga Khan en el Capitolio de Texas en Austin para reunirse con el gobernador Rick Perry

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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El príncipe Karim Al-Hussaini Aga Khan IV, el 49º imán de los musulmanes chiíes ismaelitas y descendiente directo del profeta Mahoma, falleció este martes a los 88 años en Lisboa, rodeado de su familia. Su muerte fue confirmada por la Red de Desarrollo Aga Khan en una publicación en X, la plataforma de redes sociales. La causa de su deceso no ha sido especificada, pero su partida marca el fin de una era para la comunidad ismaelita, una de las ramas más destacadas del islam chií.

El Aga Khan IV se convirtió en uno de los gobernantes hereditarios más ricos del mundo, fusionando un espíritu emprendedor con una profunda vocación filantrópica. A lo largo de su vida, el imán no solo fue un líder religioso, sino también un influyente empresario y benefactor, siempre dispuesto a aportar a la mejora de la calidad de vida de su comunidad.

A diferencia de otros líderes tradicionales, el Aga Khan sostenía que la expansión de su fortuna personal no era incompatible con su labor caritativa. De hecho, él creía que su capacidad para prosperar le permitía generar un impacto positivo en las vidas de los musulmanes ismaelitas, quienes lo seguían con devoción en 35 países de todo el mundo. Su visión fue clara: mejorar el bienestar social, económico y cultural de los ismaelitas, un grupo que cuenta con unos 15 millones de miembros.

A lo largo de su reinado, sus proyectos abarcaron desde el desarrollo de lujosas zonas turísticas, como la famosa Costa Smeralda en la isla de Cerdeña, hasta la creación de programas de salud destinados a los más desfavorecidos en países en vías de desarrollo. Si bien su estilo de vida incluía viajes en aviones privados, estancias en residencias de lujo y la posesión de una isla privada en el Caribe, el Aga Khan nunca consideró que este lujo fuera un obstáculo para su misión de mejorar la vida de su comunidad.

La filosofía del Aga Khan sobre el liderazgo religioso era única. No se veía a sí mismo como un líder que se apartara de las necesidades del mundo cotidiano. Por el contrario, en diversas ocasiones dejó claro que los imanes deben estar involucrados activamente en la vida diaria de sus seguidores. Según sus palabras, "se espera que proteja a su comunidad y contribuya a su calidad de vida", lo que refuerza la visión del Aga Khan de que la fe y el mundo material no deben estar separados.

En sus propias palabras, el Aga Khan expresaba con firmeza que la responsabilidad de un imán no solo era interpretar la fe, sino también trabajar incansablemente para mejorar la seguridad y el bienestar de la comunidad que lideraba. Su red de iniciativas fue testigo de su compromiso con la educación, la salud y el desarrollo económico.

La fortuna personal del Aga Khan, estimada entre 1.000 y 13.000 millones de dólares, provino de diversas fuentes, incluidas inversiones en empresas, propiedades hoteleras, aerolíneas y periódicos. Además, sus seguidores contribuían con un tipo de diezmo conocido como zakat, que ayudaba a financiar sus proyectos de desarrollo. Aunque su estilo de vida era indudablemente lujoso, el Aga Khan insistió en que su fortuna era un medio para llevar a cabo sus ambiciosos objetivos humanitarios.

El liderazgo del Aga Khan IV fue el resultado de una decisión inusual en la historia de su linaje. A diferencia de otros monarcas hereditarios, el Aga Khan no heredó el título de su padre, sino de su abuelo, el Aga Khan III, quien decidió nombrarlo como su sucesor a pesar de tener otros descendientes. De esta forma, el Aga Khan IV asumió las riendas de la comunidad ismaelita en 1957, con una responsabilidad que consideraba clara y firme: preservar y guiar a su comunidad de acuerdo con los principios del islam.

El fallecimiento del Aga Khan IV marca el cierre de un capítulo trascendental en la historia de los musulmanes ismaelitas. Su legado no solo está marcado por su devoción religiosa, sino también por su capacidad para combinar la espiritualidad con el emprendimiento y la filantropía. La comunidad ismaelita, que lo veneraba como una figura espiritual clave, continúa su camino bajo la sombra de un líder que dejó una huella indeleble en la historia moderna del islam.

Con el Aga Khan IV, se va un hombre que vivió entre los mundos de la religión, la filantropía y los negocios, convirtiéndose en una figura única cuyo impacto trascenderá generaciones. Ahora, la atención se centra en el futuro de la comunidad ismaelita y en quién asumirá el liderazgo de este linaje religioso, cuya historia sigue siendo una de las más singulares dentro del islam.

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