Netanyahu dice que aceptaría una tregua de 48 horas en Gaza para liberar a cuatro rehenes

Diría que sí "inmediatamente" a dicha oferta, pero negó que la delegación de Israel la hubiera recibido, lo que pone en entredicho los avances alcanzados en los últimos días

EFE

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, habla durante una ceremonia conmemorativa que marca el primer aniversario del calendario hebreo del ataque de Hamas que desencadenó la guerra actual en Gaza, en el cementerio militar del Monte Herzl en Jerusalén, el 27 de octubre de 2024.

José Manuel Nieto

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La situación en la Franja de Gaza ha alcanzado niveles críticos, con un saldo devastador que supera las 43,000 vidas perdidas. En este contexto, la noche del lunes, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hizo una declaración significativa: manifestó su disposición a aceptar una tregua de dos días a cambio de la liberación de cuatro rehenes israelíes. Este anuncio, sin embargo, se vio empañado por la negación de Netanyahu sobre la recepción formal de dicha propuesta, lo que plantea serias dudas sobre los avances en las negociaciones en curso.

La propuesta original para esta tregua fue presentada por el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, quien sugirió un alto el fuego temporal de 48 horas. Este intento no solo busca salvar vidas en Gaza, sino también "reconstruir la confianza" entre mediadores, Israel y otros actores involucrados en el conflicto. La posibilidad de negociar un alto al fuego definitivo tras diez días de la tregua inicial abre la puerta a una solución más duradera, aunque los obstáculos persisten.

Netanyahu, en su comunicado, dejó claro que aceptaría la tregua "inmediatamente" si hubiera recibido la propuesta oficialmente. Su negativa a confirmar que la delegación israelí había recibido tal oferta plantea interrogantes sobre la dinámica de las negociaciones. Es esencial entender que en situaciones de conflicto, la comunicación entre las partes es fundamental, y la falta de claridad puede dificultar cualquier avance hacia una resolución.

El hecho de que el jefe del Mossad, David Barnea, haya regresado de reuniones en Doha con el jefe de la CIA y el primer ministro catarí, Mohamed bin Abderrahmán, indica que Israel está buscando múltiples vías para abordar la crisis. Catar actúa como un intermediario crucial en este conflicto, dada su relación con Hamás. Sin embargo, la ausencia de participación directa de Hamás en las negociaciones complica aún más la situación.

La situación en Gaza no solo se enmarca en el conflicto israelí-palestino, sino que también está profundamente influenciada por intereses geopolíticos más amplios. Las conversaciones incluyen la posibilidad de conectar las tensiones en Gaza con la frontera norte de Israel, donde Hizbulá ha mantenido un papel activo. Las fuentes indican que Barnea está considerando un "acuerdo político" relativo a la resolución 1701, que puso fin a la guerra en Líbano en 2006. Esto refleja una estrategia más amplia de Israel para manejar las amenazas en múltiples frentes.

Hizbulá ha reiterado su compromiso de detener ataques contra Israel una vez que finalice la guerra en Gaza. Este desarrollo sugiere un escenario en el que la tregua en Gaza podría influir en la dinámica en el Líbano, lo que complicaría aún más las negociaciones. La interconexión entre estas dos arenas de conflicto es un elemento que los mediadores deben considerar al buscar una solución sostenible.

      
             
      

La situación sigue siendo volátil, y la falta de confianza entre las partes complicará cualquier acuerdo. Estados Unidos y Egipto, como mediadores, juegan un papel crucial en facilitar la comunicación y en impulsar las negociaciones. La muerte del líder de Hamás, Yahya Sinwar, ha creado un espacio en el que los mediadores están intentando actuar rápidamente para lograr una tregua, con la esperanza de que esto pueda conducir a una solución más duradera.

En conclusión, la disposición de Netanyahu a aceptar una tregua de dos días, aunque parece un paso positivo, se enfrenta a numerosos desafíos. La falta de confirmación sobre la recepción de la propuesta, junto con las complejidades geopolíticas y las dinámicas de poder en la región, destacan la fragilidad del proceso de negociación. La comunidad internacional debe seguir de cerca estos desarrollos, ya que cualquier resolución en Gaza tendrá implicaciones significativas para la estabilidad regional.