Pablo Ibar: esto fue lo que pasó hace 25 años
Pablo Ibar tiene 46 años. Lleva en la cárcel desde 1994 y en el corredor de la muerte desde el año 2000. Así fueron las cosas hace 2 años, según la defensa del español
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El hispano-estadounidense Pablo Ibar no seguirá "encerrado esperando la muerte" como alguna vez escribió. Este miércoles ha sido condenado a cadena perpetua por un triple asesinato que dice no haber cometido. Un jurado dividido en sus opiniones le ha salvado de la pena de muerte, un castigo que en Florida solo puede imponerse por unanimidad y que él ya recibió hace 19 años por el mismo caso.
El resultado es lo que él, su familia y sus abogados querían después de que su suerte quedara echada en enero pasado, cuando el jurado del cuarto juicio por los asesinatos de Casimir Sucharski, Marie Rogers y Sharon Anderson le declarase culpable y la esperanza de conquistar la libertad después de casi 25 años preso se desvaneciese.
Ibar se casó en la cárcel con su novia de la adolescencia, Tanya Quiñones, hace 20 años. Su padre es un puntal para él y tiene tres hermanos. En este último juicio también hemos conocido que tiene dos hijos, de 7 y 12 años.
Todo por lo que ha pasado ha hecho de Ibar una persona muy distinta de aquel joven alocado que andaba en compañías no recomendables en 1994. Ibar, que, además de la estadounidense, tiene la nacionalidad española desde 2001, ha contado en este juicio con la ayuda de una fundación en el País Vasco que ha realizado campañas de recolección de fondos para pagar una defensa adecuada en Estados Unidos.
De familia de deportistas, entre ellos su tío, el fallecido boxeador español José Manuel Ibar "Urtaín", antes de que ocurrieran los asesinatos de 1994, el joven Pablo se estaba encaminando hacia el mundo de la cesta punta, la disciplina deportiva de su padre, Cándido Ibar.
Pero todo cambió un 27 de junio de 1994, cuando los cuerpos de Casimir Sucharski (48 años), Sharon Anderson y Marie Rogers (25 años), aparecieron acribillados a tiros en casa de Sucharski.
Antecedentes
Casimir Sucharski era dueño del club nocturno Casey’s Nickelodeon. Estaba preocupado por su seguridad desde hacía, al menos, dos semanas. La relación con su expareja, Kristal Fisher, no era buena y tampoco le gustaba la persona con la que había rehecho su vida sentimental -sospechaba que el novio de su ex era narcotraficante-. Por esta razón, días antes de su muerte, decidió instalar una camára de videovideovigilancia en el salón de su casa. El técnico colocó el aparato el 19 de junio de 1994.
Días antes de que se produjeran los tres asesinatos, Sucharski mantuvo una fuerte discusión con su ex y con el novio de esta. Ambos le pedían dinero y le amenazaban. (Estas llamadas, según la defensa de Ibar, quedaron registradas y grabadas pero el contenido se borró mientras las cintas estaban bajo custodia policial).
27 de junio de 1994
La cámara que instaló Sucharski en el salón de su casa lo grabó todo: La defensa de Ibar sostiene que la cámara produce imágenes de vídeo en blanco y negro de ínfima calidad, muy poca resolución, y fuertes contrastes lumínicos. (Las imágenes muestran con bastante claridad los hechos, pero carecen de la calidad necesaria para realizar una identificación, según Raymond Evans, experto en reconocimiento facial de la Universidad de Manchester, Reino Unido)
Sucharski cogió su Mercedes descapotable y se fue a casa con dos de las chicas que trabajaban en el club. Una vez allí, mientras ellas tomaban asiento, él iba preparando unas copas.
A las 7.18h: Se puede ver cómo dos personas entran en la casa.
Sucharski que estaba de pie se da cuenta. Sharon, sentada, se levanta para salir corriendo. Marie se queda pegada a la silla
Ambos asaltantes tienen la cara tapada: uno lleva gorro y gafas y el otro cubre su cabeza con una camiseta. El primero en entrar golpea a Sucharski en la cabeza con la culata de su pistola y tira a Marie de la silla. El segundo hombre fue a por Sharon y cuando consigue atraparla, también la tira al suelo. Los tres permanecen tumbados. Cerca de veinte minutos estuvieron los agresores maltratando al dueño de la casa y a sus acompañantes.
En el vídeo se aprecia cómo los agresores quitan las botas a Sucharski -la policía sospechó que podía haber entre 10.000 y 20.000 dólares en efectivo dentro del calzado-, y después asesinan a las tres personas. Primero, Sharon. Después, Marie y por último Sucharski.
La cámara grabó brevemente al agresor que cubría su cabeza con una camiseta cuando, después de cometer el crimen, se situó en una zona oscura -con el trasfondo de la luz del sol- y se quitó la prenda para secarse el sudor.
La cara de ese hombre -borrosa, mirando al suelo y en blanco y negro- es la que se asegura tiene gran parecido con Pablo Ibar.
A las 7.40h las dos personas que entraron en la casa pusieron la capota al Mercedes de Sucharski, subieron los cristales tintados del coche y se marcharon.
Dos horas depués. La policía llega a la casa y se encuentra con casquillos de nueve milímetros; la marca de una pisada formada con la sangre de una de las víctimas; huellas dactilares y pelos de los que se pudo extraer ADN; una máscara y la camiseta. También encuentran el vídeo y distribuyen el rostro borroso que aparecía en él.
Ninguna de las pruebas halladas en el lugar del crimen inculpan a Ibar ni a Seth Peñalver, el otro sospechoso.
Ni las huellas halladas en la casa ni el ADN de la camiseta que cubría la cabeza del supuesto Ibar corresponden a ninguno de ellos. Se examinó el coche de Peñalver por si había sangre: no la había.
Dos testigos relevantes en el proceso
Gary Foy, vecino de Sucharski, salía de su casa a la misma hora que lo hacían los asesinos. El Mercedes condujo detrás de Foy unos minutos, y él se esforzaba por ver a través del retrovisor quien conducía el coche de su vecino. Tenía claro que no era Sucharski.
Gary Foy es quien identifica a Ibar (Ronald Fisher, profesor de psicología de la Universidad Internacional de Florida y coordinador del Programa de Psicología Legal desmonta la declaración de Foy. Lo hace basándose en la forma en la que se produce el visionado de fotos y la rueda de reconocimiento. Este es uno de los argumentos que se presentan en la actual apelación ante Tribunal Supremo de Florida)
John Klimectzko vivía en la misma casa que Ibar. A lo largo del procedimiento, cambia varias veces de versión (primero dijo que vio a Ibar y Peñalver con una pistola, después que no recordaba haberlos visto) hasta el punto de terminar revelando que había consumido tantas drogas que no sabe bien lo que hizo ni lo que dijo. (En la repetición del juicio de Peñalver se presentaron pruebas de que a John Klimectzko se le había pagado por identificar Peñalver como uno de los asesinos).
¿Dónde estaba Pablo ese día?
Los padres de Tanya conocían la "relación" que tenía su hija con Pablo y... no les agradaba demasiado, por no decir nada. Él era un chico "malote" y ella estudiaba para ser enfermera. Cuando viajaron con su hija mayor, Mimi, a Irlanda, su prima Elizabeth se quedó al cuidado de ella y su hermana pequeña.
Esa noche Tanya montó una fiesta y nadie se hubiera enterado de nada si no fuera porque Pablo se quedó dormido y Elisabeth les pilló.
Tanya Ibar, ahora esposa de Pablo, y su familia, saben perfectamente donde estaba Pablo cuando se cometieron los asesinatos. ¿Lo pueden recordar después de 24 años? No tienen dudas porque ese fue el día del "pequeño" escándalo familiar. Mimi, la hermana mayor de Tanya llamó a su casa desde Irlanda y se enteró de que Pablo había estado allí.
14 de julio de 1994
Detienen a Pablo y a un amigo suyo en una redada. La polícia estaba investigando un robo en una casa y creyeron que Ibar y su amigo Alex eran culpables. Según relata la defensa de Ibar, ese día Pablo acompañaba a su amigo a casa de unos colombianos -ellos fueron los que metieron cocaína en casa de la madre de Álex y ellos deberían hacerse cargo de los 300.000 dólares necesarios para sacarla de prisión, eso es lo que quería el amigo de Pablo-.
Se quedaron sin gasolina. Pablo acudió con un bidón a la estación de servicio más cercana y, después de decirle a un agente que necesitaba gasolina para su máquina cortacésped, siguieron en coche hasta la casa de los colombianos. Allí les esperaba la policía. Allí les detuvieron. Pablo cumplió nueve meses de prisión. Los policías pensaban que iban a entrar a robar en la casa.
Sentencia por los hechos del 27 de junio de 1994
Se condenó a muerte a Pablo Ibar y Seth Peñalver.
El Tribunal Supremo de Florida anuló la condena a Peñalver en el juicio de apelación. Los jueces dictaminaron que el proceso debñia repetirse porque que hubo muchas irregularidades. Poco después, y aún apreciando las mismas irregularidades, el mismo Tribunal confirma la condena a muerte de Ibar.