Tiraspol: Así es la capital del país no reconocido, con estatuas de Lenin, en el que jugará el Real Madrid
"No somos comunistas", es la idea principal que los habitantes de Transnistria quieren transmitir al mundo, pero, ¿qué tiene de peculiar esta región de la República de Moldavia?
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Situado en la zona más oriental de Moldavia, a orillas del río Dniester, existe una franja del país en la que no hay bandera moldava, ni su moneda, ni su presidente, ni se hace una mínima mención al territorio al que legítimamente para la comunidad internacional pertenece la región. Transnistria funciona de manera independiente sin reconocimiento alguno del resto de países del mundo, y así llevan la friolera de treinta años.
Andrei es uno de los 518.000 habitantes que actualmente viven en la "República Moldava Pridnestroviana", o "Pridnestrovia", como ellos lo conocen. Afirma que Transnistria es un lugar fabuloso para vivir, que la calidad de vida es la misma que en cualquier otra ciudad europea, pero que solo cuenta con una peculiariedad, que es su administración no tiene ningún tipo de reconocimiento por la comunidad internacional; "es nuestro sueño, nuestra meta". Andrei vive en Tiráspol, que es la ciudad considerada como capital del país, y afirma que las relaciones con el resto de Moldavia son buenas y cordiales, pero admite de igual manera, que sin Rusia, "no hubiera sido posible mantener la causa de Transnistria".
Rusia supone el principal apoyo y el sustento fundamental de Pridnestrovia, de hecho, Andrei afirma que "hubiera sido imposible mantener la independencia sin la ayuda de Rusia" y es que la Federación también aporta sustento económico y recursos para Transnistria. Evidentemente, esto genera una sensación de enorme molestia a Moldavia, que en general consideran que la población ha sido contagiada por unos intereses políticos que no son legítimos en absoluto, y que causan una sensación de enorme impotencia ante la actitud rebelde de este enclave.
Lo cierto es que lejos de haber vivido una calma constante, a inicios de los 90 se produjo un conflicto armado que duró tres meses, cuando Moldavia logró su independencia. Fallecieron mil personas y Rusia intervino para poner fin a la guerra. Desde entonces se ha vivido una calma tensa de manera constante, que está originando rechazo entre miembros de uno y otro bando. Lo cierto es que existen grandes diferencias entre ellos:
En Moldavia, la población es latina y hablan rumano, pero en Transnistria sin embargo, son eslavos; hay mucha población proveniente de países como Ucrania o Rusia, y además emplean el alfabeto cirílico. Tienen su propio parlamento, su moneda y su presidente que es elegido en unas elecciones de las que se duda de su limpieza. Tienen prácticamente manga ancha para hacer lo que deseen gracias al amparo que presenta el país presidido por Vladimir Putin.
"No somos comunistas"
Algo que llama poderosamente la atención, es la forma en la que está dispuesta el lugar. Dentro del territorio se pueden encontrar alusiones constantes a la Unión Soviética. Estatuas gigantes de Lenin, construcciones propias de las zonas eslavas, imágenes de la hoz y el martillo... Incluso su parlamento se denomina "Soviet Supremo". La sensación según describen los visitantes es similar a la de vivir en un lugar en el que se paró el tiempo en 1990.
A pesar de todo afirman no ser comunistas ni tener nada que ver con esa ideología. De hecho Andrei contaba que la economía de mercado estaba a la orden del día y que su modelo era el capitalista, nada que ver con la fachada que se puede ver de primeras. Algo que confirma esta teoría es el conglomerado "Sheriff", que cuenta con empresas gasolineras, distribuidoras de vehículos y supermercados; además del equipo de fútbol Sheriff Tiráspol que se enfrentará al Real Madrid en la fase de grupos de la UEFA Champions League.
¿Y si estalla la burbuja?
Una gran pregunta y otra, de las mayores disyuntivas que aparece en las mentes de los curiosos es si la situación vivida en Transnistria puede suponer un conflicto a gran escala, y lo cierto es que… Sí, una vez más la calma flota en forma de burbuja, en una habitación llena de punzones.
En la actualidad existe un equilibrio justificado en el "status quo" que existe entre las grandes potencias del mundo. Chema Gil, experto en geopolítica y seguridad internacional, cuenta que en la actualidad Moldavia está en proceso de formar parte de la OTAN, algo que según él "puede ocurrir o puede no ocurrir". En caso de que esa situación se dé, habría que pasar a la siguiente fase, que es la que se daría con respecto a lo que pasaría con Transnistria. Evidentemente podría haber repercusiones, porque la zona es de un gran interés geopolítico para la Federación de Rusia por lo que un reclamo del lugar por parte de la OTAN podría repercutir en un conflicto de unas dimensiones difíciles de calcular.
Lo que parece claro es que nadie quiere hablar de Transnistria, pero todos son conscientes de que está ahí, viviendo una realidad paralela en la que ni siquiera sus mayores socios, Rusia, muestra un ápice de reconocimiento. Lo que ahí se está viviendo, es una batalla más de esta guerra fría no declarada que simplemente podría solucionarse si los intermediarios se sientan a dialogar.