J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

La Amazonía no es una despensa inagotable

En Puerto Maldonado, uno de los principales centros comerciales de la Amazonía, el Papa Francisco se ha reunido con los pueblos originarios de esta zona.

José Luis Restán

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En Puerto Maldonado, uno de los principales centros comerciales de la Amazonía, el Papa Francisco se ha reunido con los pueblos originarios de esta zona. Citados uno a uno por sus nombres, el Papa se ha dirigido a los representantes de pueblos ancestrales que son el rostro de una de las zonas más ricas y diversas del mundo. El tesoro biológico, cultural y espiritual que albergan las tierras del Amazonas son, les ha dicho el Papa, el eco de las palabras del Señor a Moisés «Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa» (Ex 3,5). Y eso ha hecho Francisco, descalzarse.

El Papa se ha dejado maravillar por la obra de la Creación y se ha dejado tocar por las hondas heridas que la Amazonía y sus pueblos llevan consigo. La acción del ser humano sobre la Creación puede ser humanizadora o reductiva. El abuso del suelo, la presión comercial sobre los recursos naturales y los monocultivos, así como el conservacionismo que impiden el acceso a los recursos naturales dañan la Amazonía. Esta tierra no puede seguir siendo “una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes”. Hay que reconocer institucionalmente los derechos de los pueblos nativos, así como favorecer el diálogo intercultural. La exclusión y la discriminación deben dar paso a la inclusión. Y esto debe ser asumido y liderado por los propios pueblos, sujetos de su propio desarrollo. “Sus vidas, les ha dicho el Papa, son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa Común”. Y el cuidado de esta casa también es tarea de los que menos cuentan. Los pueblos de la Amazonía son interlocutores y como tales, deben ser reconocidos.