J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

Ante sus propias contradicciones

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Cuando faltan pocas horas para que venza el plazo establecido por el Gobierno para que Puigdemont diga si ha declarado o no la independencia, las contradicciones en el seno de los secesionistas se incrementan. El requerimiento de Rajoy ha servido para que la división de los promotores de la ruptura salga a flote. La CUP y la Asamblea Nacional Catalana han reclamado que se responda que la independencia está declarada. Por su parte, Artur Mas ha afirmado que no son los anticapitalistas ni la ANC las que presiden el Govern.

Mas ha añadido que es esencial el reconocimiento internacional para poder proclamar la independencia. Pero ese reconocimiento ni está ni le espera. El presidente del Comisión Europea, Jean Claude Juncker, ha vuelto a repetir que no quiere una Cataluña independiente. Algo que ya ha dicho en muchas otras ocasiones. Es sorprendente que lo que queda de la antigua Convergencia y ciertos sectores sociales y empresariales se estén movilizando en este momento para intentar detener la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Artur Mas, que ahora reclama echar el freno, fue el responsable de que en 2015 los antisistema de la CUP se metieran hasta el tablero de mandos en Cataluña. Ha sido la antigua Convergencia y el actual Govern el que le ha dado barra libre a ANC y a Omnium Cultural, promotores de la toma de la calle. El Govern, que no quiere responder ni que si ni que no, va a tener a sus socios radicales en frente. Si les hace caso tendrá en frente al Estado, a la comunidad internacional y los inversores.