Un comportamiento que no debe quedar sin reproche

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Las dos activistas del colectivo FEMEN que en 2014 se encadenaron con el torso desnudo al Altar Mayor de la Catedral de la Almudena, han sido absueltas hoy por el Juzgado de Instrucción número 32 de Madrid, al considerar que no hubo delito de odio ni contra los sentimientos religiosos. Puede ser, y es mucho suponer, que las activistas no tuvieran intención de vejar a los creyentes y que no exista delito de odio contra los católicos. Lo que cuesta entender es que un comportamiento de este tipo no merezca ningún tipo de reproche ni sanción.

El colectivo feminista radical conocido como FEMEN acostumbra a promover actos que tratan de violentar a quienes no piensan como ellas, sin proponer nada a cambio. Buscan la provocación de revueltas de las que puedan sacar alguna ganancia, aunque solo sea la del minuto de gloria que les otorgan los focos de los medios de comunicación. La sentencia probablemente será recurrida, en todo caso no debería abrirse una vía para que cualquier acto de profanación quede impune. Independientemente de la calificación jurídica que estos actos merezcan, lo cierto es que la protesta no fue pacífica, tal como ahora alegan las acusadas, y que un comportamiento como ese contribuye al envilecimiento social en lugar de servir al entendimiento y a la necesaria convivencia que ha de existir entre quienes piensan diferente.