Madrid - Publicado el - Actualizado
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No son pocas las expectativas que se abren en esta jornada electoral en Cataluña. Los votantes tienen la oportunidad de despejar el horizonte del inmediato futuro de una sociedad que necesita esperanza, aliento y progreso. Una sociedad regenerada a partir del dialogo sincero y de la concordia, de la voluntad de inclusión y no de exclusión, de la superación de las fracturas causadas por este largo proceso político. Como señaló hace pocos días el cardenal arzobispo de Barcelona en los micrófonos de COPE, las elecciones deben servir para el bien de todos desde el respeto y la concordia. Es necesario, como apuntó el cardenal Omella, cambiar los cristales de la sociedad para que la persona vuelva a ser el centro de todo.
Lo que ocurra en las próximas horas en Cataluña afectará decisivamente al conjunto de la nación española. Como señaló el presidente de la Conferencia Episcopal en la reciente Asamblea Plenaria, “la normalización de la vida social y el correcto funcionamiento de las instituciones suponen y exigen el respeto de la ley, que regula nuestra convivencia”. La normalización requiere, además, el esfuerzo de todos para que las relaciones afectadas negativamente por estos hechos sean renovadas desde el respeto a la libertad de todos y la mutua confianza. Hoy es un día, en Cataluña y en España, para construir puentes y derribar muros.