LÍNEA EDITORIAL

La instrumentalización de la huelga del 8M

Los convocantes de la huelga general del próximo jueves, 8 de marzo, entre los que se encuentran cerca de 200 colectivos feministas, están consiguiendo dividir a la sociedad española en una cuestión que contiene, en lo esencial, una reivindicación imprescindible, y que, precisamente por eso, debería quedar al margen de planteamientos sectarios.

José Luis Restán

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Los convocantes de la huelga general del próximo jueves, 8 de marzo, entre los que se encuentran cerca de 200 colectivos feministas, están consiguiendo dividir a la sociedad española en una cuestión que contiene, en lo esencial, una reivindicación imprescindible, y que, precisamente por eso, debería quedar al margen de planteamientos sectarios. Sin embargo, la convocatoria ni siquiera ha conseguido la unidad política, al nacer, desde el propio manifiesto, con un planteamiento viciado de raíz, en el que se mezclan justas demandas con los discursos anticapitalista y de ideología de género, en un revuelto que termina por criminalizar a los hombres y justificar una suerte de lucha de sexos. No es de extrañar que, así, se arengue con un lenguaje de odio que llama a la rebeldía y a la lucha contra la alianza entre el patriarcado y el capitalismo, o que pida que la defensa de la vida se sitúe en el centro de la economía y de la política, mientras se exige abiertamente el derecho al aborto. Es una lástima porque la causa del 8 de marzo merece mucho la pena. Por eso, urge desterrar las propuestas ideologizadas que enarbola el feminismo más radical y recuperar un discurso verdaderamente femenino para denunciar, como hace el Papa, que siga persistiendo cierta mentalidad machista, también entre nosotros, porque incluso en las sociedades más avanzadas se convierte hoy a la mujer en objeto de maltrato, de trata y de lucro. Urge que estas situaciones tan flagrantes, sean cuestiones que dejen de ser instrumentalizadas por unos pocos que, con estrechez de miras, solo ven en la huelga una oportunidad para la confrontación ideológica que, en último término, les permita sacar algunos réditos políticos.