El mal de la corrupción

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La trama de corrupción que se va conociendo día a día desde finales de febrero es, más que una trama, un galimatías. Ha llegado un punto en el que es difícil saber quién es quién e identificar quién hizo qué. Lo que sí se sabe es que en el entramado que está siendo investigado hay empresarios, asesores, un exministro y una expresidente autonómica, hoy tercera autoridad del Estado, en torno a los que se han gestado negocios que tienen que ver con el rescate a empresas como Air Europa, extraños negocios en torno a unas mascarillas que han supuesto un costo para el Estado de 53 millones de euros y pagos procedentes de Venezuela que tienen a Delcy Rodríguez y hasta al expresidente Zapatero como nuevos protagonistas.

La corrupción es la peor enfermedad que puede padecer un Estado y, sin lugar a duda, es una de las pruebas de fuego de la democracia. En este concreto caso, sobre el que la Fiscalía Europea ha iniciado una investigación por presuntos delitos de malversación de fondos públicos, prevaricación y tráfico de influencias, la judicatura y la Guardia Civil han hecho su trabajo. Lo que no ha funcionado son los mecanismos de control interno del Sector Público, convenientemente neutralizados por los políticos profesionales que permiten el enriquecimiento ilegítimo e ilegal de sus subordinados. Y mientras todo esto se aclara y el presidente Sánchez está de viaje por Sudamérica, el Gobierno está a punto de sumar una nueva dosis de corrupción a la vida política español con la aprobación de una Ley de Amnistía a la medida de Puigdemont.