J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL
El Papa muestra en Chile y Perú una Iglesia de rostro servicial
"La respuesta del Papa frente a la tibieza o incluso la hostilidad hacia la fe es una Iglesia servicial, formada no por superhéroes, sino por hombres falibles"
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El Papa concluye un intenso viaje que le ha llevado toda esta semana por escenarios que representan diversos retos para la Iglesia y para la sociedad. Se confirma una vez más que Francisco no elige destinos fáciles, sino que va exactamente allí donde cree que debe estar. En Chile tomó por los cuernos el escándalo de los abusos sexuales, y ante una sociedad muy secularizada pidió a sacerdotes y religiosos que no se resignen al derrotismo ni a vivir recluidos en una especie de gueto. La respuesta del Papa frente a la tibieza o incluso la hostilidad hacia la fe es una Iglesia servicial, formada no por superhéroes, sino por hombres falibles, pero que se saben sostenidos por la misericordia de Dios y la esparcen especialmente allí donde hay heridas en el mundo.
Desde esa actitud Francisco se acercó al pueblo mapuche y, en Puerto Maldonado, protagonizó el prefacio al Sínodo de la Amazonía de 2019, en un encuentro con representantes de los pueblos originarios. El Papa habló de «una Iglesia con rostro indígena» que, para evangelizar se deje a su vez transformar asumiendo los valores de esas culturas. Sin caer en absurdas idealizaciones, pero defendiendo las luchas justas de estos pueblos a preservar su tierra y su identidad, frente a los nuevos colonialismos culturales y económicos. Son dos aspectos, para Francisco, muy unidos, porque un pueblo sin identidad es un pueblo desarmado y desunido. Eso es lo que ha intentado transmitir a chilenos y peruanos, recordándoles quiénes son y de dónde vienen, y mostrando el rostro de una Iglesia samaritana que desea seguir caminando a su lado.