J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

El Papa trabaja desde Asia por la paz en el mundo

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

1 min lectura

La crisis de los rohingya centrará la atención durante el viaje que el Papa emprende esta noche hacia Myanmar y Bangladés. Más de 600.000 refugiados de esta etnia de confesión musulmana han huido desde agosto de uno a otro país, provocando una de las mayores crisis humanitarias abiertas en el mundo. Esto ha cambiado el sentido de una visita que, inicialmente, parecía destinada a avalar la exitosa transformación que han experimentado ambos países, sobre todo Myanmar, que deja atrás una larga dictadura militar. El gobierno de facto liderado por Aung San Suu Kyi parece incapaz de hacer frente a la ofensiva nacionalista contra la minoría musulmana liderada por el ejército con apoyo de los monjes budistas. Se teme no solo una marcha atrás en las reformas, sino el efecto contagio de un conflicto entre budistas y musulmanes latente o abierto en distintos puntos de Asia.

En el vecino Bangladés, más pobre y condicionado por la superpoblación, los rohingya no han sido precisamente recibidos con las manos abiertas por el gobierno, obligado a auxiliar a estos refugiados por la presión de una opinión pública en la que va ganando terreno un islamismo intolerante hasta hace poco desconocido. Muchas sospechas se ciernen sobre el acuerdo alcanzado entre Myanmar y Bangladés para la repatriación de refugiados. De ahí que la visita del Papa sea tan esperada por quienes desean una convivencia pacífica. De paso Francisco pone el foco en una región que, vista desde Europa, puede parecer muy lejana, pero donde hoy se juega en buena medida el destino del planeta.