No perdamos la conciencia del beneficio de la unión

En este recién comenzado 2019 celebraremos el centenario del nacimiento de la Sociedad de Naciones, instituida con el tratado de Versalles y firmado en junio de 1919. El experimento puso la primera piedra de la diplomacia moderna multilateral. Los conflictos, por desgracia, permanecen, pero aquel intento fue pionero y constituyó una innegable oportunidad para que las naciones se fueran encontrando después y fueran buscando soluciones comunes a sus problemas. En este sentido, las palabras del Papa en su Discurso al Cuerpo Diplomático, invitándonos a repensar nuestro destino común, han sonado como una interpelación directa al corazón de lugares como el de nuestra vieja Europa, donde están presentes hoy aquellas tendencias populistas y nacionalistas que prevalecieron hace un siglo sobre la acción de la Sociedad de Naciones.

Este año se conmemorará también el trigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. Tenemos muy reciente en la memoria cómo, con gran esfuerzo, los países del Este fueron recuperando su libertad tras décadas de opresión y cómo muchos de ellos comenzaron a recorrer el camino que llevaría a su adhesión a la Unión Europea. Con todas las dificultades y sinsabores en el camino, no podemos permitirnos perder un legado tan valioso como el conseguido. Ojalá que no perdamos, como ha dicho el Papa, la conciencia de los enormes beneficios, como el de la paz, que ha traído el camino de la amistad y el acercamiento entre los pueblos europeos emprendido después de la Segunda Guerra Mundial.