LÍNEA EDITORIAL

Siria, ¿misión cumplida?

Como ha señalado el Papa Francisco este domingo, es tiempo de estar muy preocupados por la situación mundial actual, en la que, particularmente en Siria, la comunidad internacional se muestra incapaz de acordar una acción común en favor de la paz

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Con grandilocuentes palabras como “Misión cumplida”, y el agradecimiento a Francia y Gran Bretaña por su apoyo, Donald Trump parece haber dado por concluido el ataque a Siria, como respuesta al presunto uso, por parte del régimen de Bashar al Assad, de armas químicas en el ataque Duma del pasado sábado. Lo cierto es que, en esta ocasión, como han reconocido los propios implicados, el ataque ha estado lejos de ser una acción coordinada y respaldada por la comunidad internacional. El propio Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha pedido que se inicie una investigación para aclarar lo ocurrido.

Con formas similares a las de Trump, el presidente ruso, ha reaccionado alzando la voz, clamando por el atropello del derecho internacional, y asegurando que un nuevo ataque provocaría el caos en las relaciones internacionales. Afortunadamente, las declaraciones de ambos nos hacen pensar que en lo sucedido este fin de semana, hay más ruido que nueces, y que, salvo que se torcieran mucho los acontecimientos, no habrá nuevas acciones bélicas porque la intención del calculado ataque aliado ha sido, por una parte, disuasoria y, por otra, lanzar un mensaje que permita hacer creer que al menos hay parte de la comunidad internacional que no está de brazos cruzados.

Por desgracia, la paz parece lejos, no hay ninguna mejora de la situación después de la respuesta encabezada por Estados Unidos, y no podemos decir que haya tampoco ninguna misión de envergadura que esté cumplida. Es más, como ha señalado el Papa Francisco este domingo, es tiempo de estar muy preocupados por la situación mundial actual, en la que, particularmente en Siria, la comunidad internacional se muestra incapaz de acordar una acción común en favor de la paz. Por eso hay que insistir, recordando que no hay guerra buena ni mala y rezando para que, en las acciones que se lleven a cabo, prevalezcan siempre la justicia y la paz.