LÍNEA EDITORIAL

Todo el mundo pierde con una guerra comercial EEUU-China

EE.UU. tiene razón en muchas de sus quejas, pero en lugar de buscar la complicidad de sus aliados, Trump les amenazó también a ellos con aranceles

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Las bolsas contienen la respiración a la espera de comprobar si ha estallado la guerra comercial entre EE.UU. y China, o estamos ante una nueva bravuconada de Donald Trump, al modo de la amenaza que hace unas semanas le sirvió para forzar a Corea del Sur a renegociar un acuerdo bilateral. Pero China no es Corea, y el fuerte discurso nacionalista en Washington y en Pekín hace temer que este primer anuncio de aranceles, por valor de unos 50.000 millones de dólares respectivamente, termine yéndose de las manos a ambos gobiernos, con impredecibles consecuencias para todo el planeta.

EE.UU. tiene razón en muchas de sus quejas. El robo de propiedad intelectual por parte de los chinos o las limitaciones que imponen a la inversión extranjera merecen ser denunciados. Pero en lugar de buscar la complicidad de sus aliados, Trump les amenazó también a ellos con aranceles, aunque después rectificara. Ese discurso tal vez seduzca a sus seguidores más entusiastas, pero es contraproducente desde el punto de vista económico. Las consecuencias dependerán de lo lejos que llegue esta locura. De entrada, es preocupante la erosión de las instituciones multilaterales. Eso no significa que las reglas de la economía y del comercio internacional no tengan lagunas, pero si alguien tiene motivos para quejarse no son precisamente los EE.UU., los arquitectos de este sistema.