El abismo haitiano
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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Haití no sólo es el país más pobre de América Latina y el Caribe, donde el 60% de la población vive por debajo del umbral de pobreza. No sólo es un Estado fallido, pese a ser el segundo país que consiguió en ese continente la independencia colonial en 1804. Es una nación sin Estado, en una permanente crisis humanitaria que se agrava con el actual imperio de los grupos armados que están sembrando el país de violencia y destrucción. La decisión de nombrar al funcionario de la UNESCO Garry Conille como nuevo jefe de Gobierno, prara cubrir temporalmente el vacío político, en un momento de transición a la espera de la llegada de las fuerzas internacionales lideradas por el ejército y la policía de Kenia, no debiera convertirse en un paso en falso.
Mientras, los misioneros que trabajan en Haití no dejan de denunciar la situación de inestabilidad que ha llevado a que tres de ellos fueran asesinados en el orfanato en el que acogían a niños de la calle. La táctica de las bandas criminales en las últimas horas ha cambiado. A las ejecuciones han añadido un estado de chantaje, extorsión y secuestro de la población, principalmente en la capital Puerto Príncipe.
Haití representa una quiebra de humanidad y no debe seguir siendo el ejemplo del abismo de violencia que representa la ley del más fuerte. La situación de Haití no se resolverá si no hay una decisión firme por parte de Estados Unidos y de la Comunidad Internacional de sembrar el orden y la paz en ese infierno en la tierra.