La amnistía y el falaz relato de la reconciliación
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En el relato con el que el Gobierno pretende envolver la ley de amnistía la reconciliación juega un papel básico. Pedro Sánchez insiste en que la amnistía es la clave de bóveda de la solución del problema catalán, incluso desde el punto de vista histórico, y de la posibilidad de un nuevo tiempo en las relaciones entre Cataluña y España. La realidad es otra. La ley de amnistía responde primera y principalmente al interés de Pedro Sánchez de seguir siendo presidente del Gobierno, a su voluntad de permanecer en el poder aun a costa de la quiebra de la igualdad entre los españoles. Hasta que se produjeron las elecciones del 23 de julio, ningún miembro del partido socialista, ni el propio Pedro Sánchez, la había defendido como condición necesaria para abrir una nueva etapa superadora de las consecuencias políticas y judiciales del Procés. Por desgracia, la permanencia de Sánchez en la Moncloa es ahora la condición para que la ley despliegue sus efectos, con lo que se aleja la posibilidad de un cambio de gobierno.
Aunque Félix Bolaños se empeñe en calificar esta amnistía como “referente mundial”, insistiendo en una serie de imaginarias virtudes del proyecto de ley, la realidad es que estamos ante un texto jurídico que, por primera en la historia, se ha redactado por unos delincuentes a la medida de la impunidad que necesitan para seguir haciendo lo que ya hicieron. Y mientras desde el ámbito gubernamental se afirma que los independentistas reconocen ahora, de facto, el orden constitucional, Puigdemont les desmiente diciendo que la amnistía es sólo el principio del proceso de independencia. Esta es la medida de la nula voluntad de reconciliación que ha presidido este cambalache