La fragilidad de la memoria

Se acaban de cumplir 23 años del brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Se acaban de cumplir 23 años del brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA. El secuestro del concejal de Ermua, el chantaje al Gobierno de España, los disparos en el bosque, cuando Miguel Ángel estaba de rodillas y con las manos atadas a la espalda, y el movimiento espontáneo de millones de personas que se lanzaron a la calle rezando, gritando al unísono “basta ya”, y alzando las manos blancas, quedaron grabados en la memoria y en el corazón de muchos españoles. Pero la memoria es frágil, aún más en tiempos de posverdad. Por eso conviene fortalecerla, especialmente para los que no vivieron aquel acontecimiento. En estos días son muchas las ciudades que, a pesar de las circunstancias de la pandemia, han organizado sencillos homenajes a la figura de Miguel Ángel Blanco. Hoy mismo la Fundación, presidida por su hermana, Marimar Blanco, lo ha celebrado en Madrid.

Honrar su memoria y contar su historia es necesario para no dejarnos embaucar por un relato trufado de falsa memoria histórica. Arnaldo Otegi, sin ir más lejos, ha dicho que aquel trágico día él estaba en la playa, como un día más. El riesgo de banalización y de legitimación del mal es evidente. Los resultados que ayer obtuvo EH-Bildu en las elecciones vascas confirman lo necesario de una tarea que no ceje en el empeño de dignificar la memoria y de hacerles justicia a quienes sacrificaron su vida por la libertad de todos.