LÍNEA EDITORIAL
Inteligencia artificial, estupidez humana
La inteligencia artificial representa una revolución que tendrá profundas repercusiones, hasta moldear las formas de organización social y la propia concepción del ser humano
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La inteligencia artificial representa una revolución que tendrá profundas repercusiones, hasta moldear las formas de organización social y la propia concepción del ser humano. Desde este argumento, que nadie pone en duda, el Papa pedía el viernes a los líderes de las principales naciones de Occidente, reunidos en Roma por la cumbre del G7, que hagan valer la grandeza de “la buena política” para ordenar esta tecnología al servicio del bien de la humanidad.
Desde las primeras herramientas de piedra de sílex en el Paleolítico, todo avance ha traído históricamente beneficios y calamidades. La inteligencia artificial no es una excepción. Lo novedoso es la desmesura de sus potenciales consecuencias, sea para bien o para mal. Un primer paso, que Francisco volvió a poner sobre la mesa, podría ser una prohibición mundial de las ?armas autónomas”, capaces de decidir por sí mismas sus objetivos letales. Que una máquina pueda tomar la decisión de eliminar vidas humanas es un ejemplo extremo, pero no único, que ilustra la necesidad de poner coto a la posibilidad de que estas tecnologías reemplacen al ser humano en la toma de decisiones.
El Papa animó a movilizar a las diversas naciones y ramas del saber para hacer frente al reto, pero lo que latía sobre todo en sus palabras es la urgencia de recuperar el sentido de grandeza de lo humano. Quizá en el futuro la amenaza provenga de siniestros robots. Hoy en día, sin embargo, el camino más probable hacia un escenario así es la renuncia insensata del hombre a tomar sus propias decisiones con plena consciencia, sentido ético y responsabilidad.