Línea Editorial COPE: Europa salva a Kiev del colapso. Por ahora

La UE ha conseguido levantar el veto de Hungría para aprobar un nuevo tramo de ayudas a Ucrania. La sensación de alivio es evidente porque se evita una derrota inminente por falta de fondos. El peligro es que cunda cierta idea de misión cumplida. La realidad es que, si el Kremlin está hoy en una posición de fuerza, es porque Kiev se ha quedado sin munición. Y esto ha sucedido porque las ayudas prometidas de Occidente no han llegado.

Tras una resistencia inicial por parte del ejército ucraniano que nadie esperaba, las cancillerías europeas se dedicaron a especular con la conveniencia de dosificar al milímetro sus ayudas con el fin de evitar una humillación para Rusia y por miedo a aparecer como países beligerantes, cuando Moscú y el resto del mundo claramente habían situado ya a Europa en ese bando. La estrategia, en última instancia, ha resultado suicida. Por eso al final ha habido que reaccionar de urgencia, en una cumbre llena de dramatismo en Bruselas, precedida de amenazas indisimuladas al primer ministro Orban de hundir la economía húngara si no daba su brazo a torcer.

La cuestión es que, si tanto se juega Europa en esta guerra, la respuesta no debería dirigirse solamente a evitar un colapso evidente, como finalmente ha sucedido. Rusia es hoy una autocracia imperialista con la economía a pleno rendimiento gracias al tirón de la industria militar y a la falta de rigor y consistencia en la aplicación de las sanciones internacionales. En estas condiciones, si Putin prevalece en Ucrania, es demasiado elevado el riesgo de que no se vaya a detener ahí.